“Era el momento”. Rosanna lo tenía claro desde que en febrero visitaron el bar-restaurante instalado en pleno centro de Villar del Buey. Tras un negocio frustrado por la pandemia y cansados de no deshacer unas maletas que les han llevado por tres países y cuatro ciudades en apenas dos años, esta joven italiana no se lo pensó dos veces. Una apuesta que ha permitido al municipio sayagués recuperar la vida que perdió hace año y medio, cuando el típico mesón cerró sus puertas. Un proyecto que ahora retoma esta pareja italo-gallega.
No llegan solos. Con ellos ha viajado también su hija, nacida en los meses previos al estallido de la pandemia. Rosana y Ricardo se conocieron en Málaga y juntos apostaron por emprender levantando un restaurante que apenas llegó a abrir sus puertas durante un mes. El confinamiento frustró el sueño de este sumiller y esta profesional de la antropología, pero que lleva desde los 16 años trabajando en el mundo de la hostelería.
La familia emprendió ese mismo año un viaje a Suecia. “Estuvimos unos meses pensando qué hacer. Con una niña de unos meses y las condiciones precarias por las restricciones decidimos marcharnos”. Allí pasaron casi un año antes de volver a coger un avión, esta vez rumbo a Italia, donde reside la familia de Rosanna.
Fue allí cuando la pareja comenzó a ojear los anuncios de negocios y casas en el medio rural. Si bien la puesta inicial era España, Zamora se situó como un lugar privilegiado por su cercanía a Galicia. “Buscábamos trabajar en el pueblo y vivir en el pueblo. Un día vi el anuncio, llamamos y en cuanto vimos el local el sueño se comenzó a fraguar. Nos enamoramos de la idea, del hecho de estar más cerca de parte de la familia y del poder ofrecer a nuestra hija una forma de vida que yo también viví hace años”.

Rosanna habla mientras da de merendar a su hija, embobada con la vida del campo a través de una ventana que se ofrece como un entretenimiento mayor que el de la televisión. “La posibilidad de que pueda escuchar los sonidos del campo, ver a las vacas y las ovejas desde casa es un auténtico tesoro”.
Con ella la guardería de Bermillo sumará una nueva alumna de cara al próximo curso para incorporarse, ya en 2023, a la escuela de Villar del Buey. Con apenas una decena de niños, el centro también cumplía con las expectativas de la pareja: “Me encanta la idea de la clase única en la que los mayores ayudan a los pequeños con niños de 3 a 12 años. Es algo que en la ciudad una vez tienes plaza, te olvidas y es un método muy enriquecedor”.
La oferta de alquiler del negocio -que comprende un bar, restaurante y espacio para abrir una tienda local con la vivienda situada en el primer piso- convenció a Rosanna y a Ricardo que en poco más de dos meses hicieron sus maletas definitivas para asentarse en Villar del Buey. “Con una niña pequeña y trabajando los dos, es la solución perfecta”.
Un bar-restaurante que ya ha abierto sus puertas desde hace una semana, tras realizar un “lavado de cara” al espacio, pero apostando por mantener el nombre de Argusino, en recuerdo al desaparecido municipio que desde finales de los años 60 dormita bajo las aguas del embalse de Almendra. “Argusino is back…” se ha convertido en un doble mensaje: el de la reapertura de un negocio tradicional y el de la llegada de una nueva familia dispuesta a revitalizar el medio rural.

“No hago planes. En su día ya hice muchos y se fueron”. Con “Argusino” en cambio regresan los sueños tras dos años marcados por la incertidumbre económica. Una semana antes de emprender rumbo a España se desató la guerra en Ucrania: “Teníamos que irnos y comenzar con ello antes de que ocurra algo más. Lo tenía claro”.
Entre las tapas del bar, la gran apuesta de la pareja pasa por un restaurante con menú de día, carta de noche y una sólida apuesta por productos de la tierra, desde la carne sayaguesa que compran directamente a los ganaderos del pueblo que trabajan con esta raza, hasta los vinos de la provincia, especialmente los de la DO Arribes. El negocio se completa con una pequeña tienda en la que ofrecen productos frescos como fruta con otros alimentos básicos como leche y conservas.
La ilusión por este nuevo proyecto se vida no puede ser más evidente en la voz de Rosanna que recuerda cómo ya el tercer día, varios vecinos les hicieron una “encerrona” para conocer los pueblos de la zona, desde Muga a Fariza pasando por Bermillo: “Acabamos a la una de la mañana, es lo que estábamos buscando. Esta tranquilidad”.
Una familia de emprendedores que suman un valioso tándem para Sayago, con una antropóloga que llegó a España en 2017 con una beca internacional y que ahora mira a la comarca, y en especial a Argusino, como un nuevo proyecto: “En un futuro me gustaría hacer un documental sobre ello, aunque por el momento es una idea”.
