Desde el estallido de la pandemia, el consumo de medicamentos ha variado sustancialmente. Durante las primeras semanas tras el anuncio del estado de alarma en nuestro país comenzó a aumentar notablemente el consumo de los analgésicos (25%), destacando el paracetamol que disparó sus ventas un 43%. Como curiosidad, en estos últimos meses también se ha visto disparado el consumo de productos vitamínicos, como es el caso de la vitamina C y la D por la falta de luz.
Los medicamentos para combatir las enfermedades respiratorias obstructivas también sufrieron un importante aumento en un 12 %, elevándose hasta un 25 % en el caso del uso de algunos inhaladores.
A ello se une a la aumento de entre un 10 y un 15 % del uso de ansiolíticos y antidepresivos, un alza que se ha ido manteniendo durante todos estos largos meses de pandemia y cuyo estallido comenzó en pleno confinamiento, cuando muchos españoles comenzaron a sufrir estados de ansiedad y depresión derivados de la soledad en casa, la falta de contacto, incluso del estrés y el miedo a contagiarse.
Como consecuencia de este estrés, aumentó colateralmente el uso de medicación relacionada con los problemas del sueño un 4% aproximadamente. De hecho, la última encuesta del CIS -en la que se interesaba sobre la salud de los españoles desde que se desató la pandemia - reveló que un 41,9% de los encuestados “ha tenido problemas de sueño”, un 51,9% ha reconocido “sentirse cansado o con pocas energías”, mientras que un 38,7% ha tenido molestias como dolores de cabeza, taquicardias, mareos o desmayos.
El observatorio del medicamento repara en cambio, en su boletín de enero de 2021, en el notable descenso de otros productos, como los dermatológicos (que atribuyen a un aumento de la higiene personal), anti infecciosos ginecológicos, anticonceptivos y contra la disfunción eréctil, un efecto que los expertos atribuyen directamente al distanciamiento social y que no se ha traducido en un aumento de la natalidad durante el pasado año.
Un dato llamativo para los expertos es también el descenso en el uso de hormonas especialmente para combatir procesos antiinflamatorios o contra el asma. El uso de estos productos ha descendido un 9%, lo que podría ser consecuencia directa del menor contacto con la naturaleza, hecho por el cual tras el fin del estado de alarma podría volver a incrementarse.
Por último, se constata una caído en el uso de antibióticos, antireumátivos y antiinflamatorios.
