
"Caminante, son tus huellas el camino y nada más; caminante, no hay camino se hace camino al andar. Al andar se hace camino, y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar". Hace más de un siglo que el mismísimo Antonio Machado dejaba constancia del poder del viaje, de la reflexión sobre la vida, nuestro pasado y futuro. También del destino. Una reflexión que ahora Sergio Aguilar ha rescatado para tratar de posicionar a Sayago en el mapa como una potencial marca que permita preservar su rico patrimonio, sus costumbres, sus gentes y su futuro.
Con la mochila al hombro y con el punto de partida en su segunda residencia en Carbellino, este profundo enamorado de la comarca zamorana lleva ya dos años enganchando a a decenas de miles de usuarios con su aventura recorriendo a pie los pueblos de la comarca. Día a día, hora a hora, son muchos los que asisten casi en directo a una aventura calificada de "acto de valiente resistencia contra el olvido" y que en esta segunda edición contó con un segundo protagonista de excepción: su hijo Gonzalo. 270 kilómetros y 33 municipios en once días unidos a través de caminos, senderos y valles son testigo de ello.
Si nos atenemos a la definición de la RAE, 'Buena Jera' hace referencia a aquel peregrino que se adentra en tierras extrañas. No es su caso. Médico y profesor de profesión, su devoción se debe a Sayago a quien dedica cada publicación de su Instagram . La visita siempre que tiene oportunidad, pero su mente parece siempre revolotear sobre una tierra cada vez más despoblada y abandonada.
El reto que le lanzaron sus alumnos de Bachillerato vio la luz en julio de 2022. Dicho y hecho. Sergio se lanzó de lleno a un territorio que ha seguido desvelando nuevos secretos pese a los años de dedicación y estudio. Entre tesoros que aún perduran en el tiempo, apuntes históricos, curiosidades, andanzas, chanzas y chascarrillos, son muchos más los que lo siguen de lo que la tecnología permite reflejar.

Y es que a los usuarios reales se sumaban familias enteras o mayores a los que el uso de las nuevas tecnologías aún se les resiste: "En más de una ocasión me han escrito para contarme que su abuela les tenía el móvil ‘secuestrado’ para seguirme". Mensajes que en algunas jornadas llegaban a superar los 200 y que se amontonaban en la bandeja de entrada a la espera de que alcanzar una zona con cobertura.
No es de extrañar si tenemos en cuenta que el fenómeno viral ha llegado a oídos de instituciones e, incluso de productoras audiovisuales pasando por los medios locales, regionales, nacionales e, incluso,, internacionales vía satélite. Sergio asegura que el verdadero objetivo sería impulsar el conocimiento de la comarca mediante acciones como este Camino de Sayago o similares que permitieran apostar por preservar el patrimonio de la zona. "Hay mil caminos de Sayago posibles. El que yo he hecho es sólo una posibilidad entre un amplio abanico".
El tradicional dicho de que "en el pueblo no hay nada" choca directamente con el mapa trazado por Sergio. Cientos de flechas en Google Maps y un mapa colocado en la habitación de juegos dan testimonio de las dos primeras ediciones del Camino de Sayago y del que en un futuro será la tercera etapa en la que se adentrará en el corazón de la comarca.
Una apuesta que resume el trabajo de más de diez años concentrado en forma de anotaciones, apuntes y búsquedas que le han servido para trazar una buena parte de los puntos imprescindibles de paso durante cada una de sus aventuras.

Un Camino que podría trazarse andando, en bicicleta o en coche porque "la cuestión es empaparse" del encanto de cada pueblo, de cada rincón. Su apuesta pasa por un proyecto que integre al mayor número de municipios de la comarca posibles bajo un hilo conductor: "No hablo de rutas de ocho kilómetros ni de media jornada, sino de senderos previamente marcados que impliquen un recorrido de varios días con el fin de que tenga entidad propia. Así, la estancia de varios días derivaría en un beneficio para los comercios y/o productores de la zona".
Una apuesta que requiere implicación institucional y una pequeña inversión de dinero. "No hay que inventar nada: es cuestión de mostrar lo que tenemos, pero en una versión cuidada o restaurada". Una apuesta que, asegura, es compartida por muchos, si bien la coletilla del 'pero' siempre termina haciéndose presente: "Tenemos metido en el ADN esa idea de que es muy difícil, pero tenemos que intentarlo".
Y es que Sayago enamora a quien lo visite: desde belgas jubilados aficionados a los líquenes a maestros de yoga de actores Hollywood se han dejado conquistar por esta tierra.
Una inversión que no sólo redundaría en el cuidado del patrimonio que cada día escasea más y que deja ya molinos, ermitas y fortificaciones varias incluidas en la Lista Roja. Una lucha contra el tiempo y el olvido a la que ya vamos tarde, pero que aún tiene solución: "Probablemente si este proyecto hubiera surgido a inicios del 2000 la realidad se los pueblos ya sería distinta, pero si no se pone solución de aquí a dos décadas probablemente ya sea irreversible".
