viernes. 19.04.2024

Alejandro Finisterre: el "zamorano" que inventó el juego más universal

El escritor y editor gallego creó el futbolín durante la Guerra Civil española, además de patentar otras 50 invenciones, entre ellas, el juego "Hundir la Flota"

Albacea del poeta tabarés León Felipe, falleció hace 15 años en el barrio de Pinilla y sus cenizas fueron esparcidas por el Duero

De nombre Alejandro Campos Ramírez tuvo una vida de película y protagonizó uno de los primeros "secuestros" de aviones 

Finisterre con su invento. Foto Facebook
Finisterre con su invento. Foto Facebook

Alejandro Finisterre murió en Zamora hace 15 años, en su casa del barrio de Pinilla. Puede que su nombre, así "a bote pronto", no le suene a los zamoranos, y menos a las nuevas generaciones. Pero este hombre, que vivió una curiosa vida, es el inventor del futbolín, una creación que traspasó fronteras y generaciones porque muchos establecimientos hosteleros mantienen aún la mesa con los jugadores diminutos para disfrute de sus clientes.

El poeta Alejandro Finisterre, gallego de nacimiento pero muy vinculado a Zamora al ser nombrado albacea del poeta tabarés León Felipe, inventó el futbolín porque él no podía jugar al balompié después de que una bomba que cayó en un edificio de Madrid durante la Guerra Civil española le dejara malherido.

Su nombre real era Alejandro Campos Ramírez y con apenas 17 años pensó que lo mismo que había tenis de mesa podría haber fútbol de mesa para que los niños heridos pudieran jugar a su deporte favorito. Comenzó a diseñarlo y entregó el boceto a un amigo carpintero para que lo fabricara. Así nació el futbolín, un juego tan popular en el mundo entero que se han hecho campeonatos, creado federaciones y que tiene varios "padres" en Francia, Inglaterra o Alemania, pero lo cierto es que los muñecos que asemejan futbolistas los inventó Finisterre, que tomó el apellido de la localidad gallega en la que trabajó su progenitor como radiotelegrafista.

El poeta patentó su invento junto con otra idea que ha pasado más desapercibida: un pasapáginas para partituras con pedal, un esbozo de lo que fue una vida de película. Vivió una temporada en Francia y luego se trasladó a Ecuador, donde inició su carrera como poeta. En Guatemala se dedicó a vender futbolines pero se comprometió a llevar a Méjico unos documentos de carácter político y acabó capturado y enviado a Madrid.

Y en el avión de regreso firmó una de las páginas más "grotescas" de aquella España de postguerra. Finisterre fue al baño que aquel avión, cogió el jabón, lo envolvió en papel de aluminio y salió gritando ¡Soy un exiliado español! mientras amenazaba con detonar aquella "bomba" que escondía en la mano. Así que sí, también protagonizó uno de los primeros secuestros de aviones porque obligó al capitán de aquella aeronave a aterrizar en Panamá, desde donde regresó a Méjico.

Durante la Transición regresó a España, donde registró 50 inventos más, como el famoso juego "Hundir la Flota" y reivindicó la figura del poeta León Felipe, del que acabó siendo albacea. Los poemas de Finisterre comenzaron a conocerse en España desde el exilio a principios de la década de los setenta, años en los que inició también su faceta como editor, centrado principalmente, en la producción de su amigo León Felipe, del que adquirió su legado.

Finisterre conoció al poeta tabarés en Madrid y junto a él y Rafael Sánchez Ortega fundó la revista Paso a la juventud y la agrupación Asociación Internacional de Idealistas Prácticos.

Murió a los 88 años de edad un mes de febrero de 2007, en su casa del barrio zamorano de Pinilla. Parte de sus cenizas se esparcieron por el Duero en una ceremonia íntima y discreta, como discreta fue su partida: ni esquelas en los medios de comunicación ni en la puerta de la funeraria.

Su vida de película acabó en una sencilla vivienda de un barrio zamorano, en que la mayoría de sus vecinos desconocen que un día allí vivió un poeta y el inventor de uno de los juegos más universales.

Alejandro Finisterre: el "zamorano" que inventó el juego más universal