Cuando los hermanos Bermejo Sotillo oían a diario desde su taller el picoteo del pájaro carpintero, no podían imaginar que aquel sonido que dio nombre a su empresa se "escucharía" tres décadas después en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA), en el British Museum de Londres, en el Thyssen de Madrid, o en ese reducto de lujo que se concentra en las tiendas de la Plaza Vendôme de París, donde se ubica el Hotel Ritz. Y apenas tienen competencia en España. Y en el mundo, excepto China, es difícil encontrar una empresa con este catálogo: 40 juegos de madera con diseños nuevos y muy creativos.
En la era digital, con los videojuegos como el principal entretenimiento de los más jóvenes, los juguetes de Pico Pao (pájaro carpintero en gallego y portugués) divierten a medio planeta, sin distinción de edad o género. Las creaciones en madera surgieron en los años 80 del talento y manos de los hermanos Javier y Miguel Bermejo, primero en Madrid, y más tarde, en la casa familiar de Lubián. Actualmente, los juguetes, la mayoría de madera y con diseños limpios y elegantes, se "venden" desde un "loft" de la Ronda de la Feria de Zamora, aunque la empresa también se asentó durante años en la localidad de Villaralbo. "Lon fundadores hacían juguetes inventados por ellos, pero también desarrollaban conceptos distintos", explica uno de los siete socios de la empresa, Carlos Chimeno.
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Los comienzos fueron difíciles y casi una "ruina". Los hermanos sanabreses pusieron en marcha el negocio con el Juego Real de UR, un pasatiempo sumerio con 4.500 años de antigüedad y que se considera el antepasado del parchís, explica Chimeno. Con este entretenimiento nacieron los Juegos de la Antigüedad, una colección artesanal que rescata pasatiempos tradicionales de diferentes partes del mundo. El éxito pasó de largo hasta que 10 años después llegaron los encargos y el juguete comenzó a venderse en la tienda del British Museum de Reino Unido.
Pero España se puso en crisis y la empresa perdió gran parte de su clientela nacional. Los hermanos Bermejo no tuvieron más remedio que reinventarse y crearon las Sillas, un juego de construcción que inauguró la colección "Ludus Ludi" y que marcó un hito. Hoy en día sigue siendo el pasatiempo más vendido y, en su día, atrajo las miradas del MoMA de Nueva York tras su paso por una feria en París. Así fue como aquellos juguetes que nacieron en un taller de Lubián se internacionalizaron y llegaron también a las tiendas francesas de Louis Vuitton.
Y llegó el momento de tomar otra decisión: contratar más empleados o buscar empresas colaboradoras. En 2012, se creó la sociedad Pico Pao, que dejó atrás el antiguo nombre, "Juegos de la Antigüedad", con varios socios y varios empleados. Javier Bermejo Sotillo sigue creando y "Pico Pao" se dedica a la distribución. Las ventas se están recuperando gracias a que la colección "Ludus Ludi", con juguetes que no se conocen y que se sustentan sobre el equilibrio y la imaginación del que juega, aunque al mismo tiempo pueden adornar cualquier estantería, ha atraído el interés del mercado asiático.
Son juguetes que se tocan, que se desmontan y que huelen a madera de cerezo, chopo, de haya o de roble, aunque también hay algunas exóticas que añadir al catálogo. No descuidan la decoración pero tampoco la sostenibilidad ni la igualdad. Con el "Bosque", por ejemplo, se dan a conocer 51 maderas del mundo, y con "La Pita", que ganó un premio en Japón, lo mismo se juega que adorna una estantería.
Son pasatiempos sin edad ni género que se fabrican en España, que distribuyen proveedores nacionales y europeos y que divierten a medio mundo desde que hace 40 años la imaginación de unos hermanos de Lubián alumbró una colección de juguetes con acento zamorano. Su talento y creatividad, dicen, ha llegado a los oídos de los Reyes Magos.
