jueves. 28.03.2024
Loli Riego González
Loli Riego González

Cuidar nuestra cabeza es tan importante como protegerse físicamente. Cuando nos encontramos enfermos, tenemos fiebre, nos duele el estómago o la cabeza, acudimos al médico, ¿y si el dolor va más allá? ¿y si lo que duele es el alma? El 13 de enero es el Día Mundial de la Lucha contra la depresión, una enfermedad invisible que no se ve, pero está ahí. Agazapada esperando cualquier mal movimiento para atacar.

Más de 2,1 millones de personas sufren algún cuadro depresivo en España. Loli Riego González es vecina de Zamora y padece depresión desde hace más de año y medio, eso sí, con tratamiento y apoyo psicológico para luchar contra su propia cabeza. Una batalla constante que no cesa y perdura cada día y cada noche, durante las veinticuatro horas del día.

"Al principio, cuando me diagnosticaron depresión, no quería asumirlo. Pensaba que jamás me podría pasar a mí", ha explicado Riego. Y es que, a veces, este tipo de enfermedades no las ves venir y tratan de consumirte. A veces puedes tenerlo absolutamente todo y algo en ti no termina de encajar.

La depresión aísla, agota y silencia. "Estar así me conllevo a tener que dejar un trabajo fijo porque ya no podía aguantar más. Me sentía de mal humor todo el día y no tenía ganas de nada, solo quería estar encerrada en casa", ha indicado esta zamorana. También interfiere en la forma de comunicarse con los demás, "me afecta y bastante, ya que no soy capaz de aguantar mucho tiempo hablando con la gente... me hace sentir agobiada y a veces no sé cómo reaccionar. Además, conlleva a no estar tampoco en pareja con alguien porque no podría estar pendiente de esa persona".

Y es que, según National Institute of Mental Health (NIMH) La depresión puede causar síntomas graves que afectan cómo se siente, piensa y coordina actividades diarias como dormir, comer o trabajar. Es una enfermedad que puede afectar a cualquier persona, sin importar la edad, la raza, los ingresos, la cultura o el nivel educativo. 

Aún así, este tipo de problema mental es difícil de detectar. "Hay varios tipos, una de las más complicadas es la depresión silenciosa, la que mucha gente oculta por no saber enfrentarse a ella, es lo que a mí me pasó. De cara a la gente estoy bien, pero interiormente quería que todo pasara y estar sola. Yo estaba bien de cara a la gente, pero mi estado anímico y psicológico cambió de tal manera que solo deseaba terminar con todo y eso me llevó a pedir ayuda", ha indicado esta zamorana.

Luchar contra el estigma de la Salud Mental es una batalla complicada que aún perdura en el Siglo XXI. Si es cierto que ya no hay manicomios de película de terror, en los que se azota, se mete en jaulas o se encadena. Ahora hay profesionales que nos ayudan a luchar contra estas enfermedades que son invisibles y hacen que nuestra alma se apague. "La verdad que hay que lidiar con muchos clichés, ir al psicólogo o al psiquiatra no quiere decir que estés loco. Además, todavía existe mucho tabú, lo que conlleva a que personas que tenemos depresión, no encontremos ese apoyo necesario", ha aseverado Riego.

No debe haber miedo, ni vergüenza para pedir ayuda. Ese es el principal problema de la salud mental; el terror a las etiquetas, el ser tachado, los prejuicios y la ignorancia. Nadie conoce tu historia, ni siquiera tú mismo consigues conocerte por completo algún día. La falta de empatía en una sociedad que solamente publica imágenes felices que esconden personas tristes. Todo el mundo libra una batalla, a veces la más difícil de todas, la de luchar contra tu propia cabeza un día tras otro. ¿Qué se puede hacer cuando piensas que eres tú peor enemigo? continuar por un sendero lleno de piedras en el que tropiezas una y otra vez.

Aunque pocas personas sepan su historia, ha querido hacerla pública para dar voz a todos aquellos que tienen miedo. Para concienciar sobre la importancia de cuidar la salud mental. Para hacer ver que esta situación puede llegar a cualquier persona. La depresión no es un juego. De hecho, se trata de la primera causa de muerte en jóvenes; no son los accidentes, no es otra cosa que el cansancio de una lucha en el que hay pocos recursos y escasa visibilidad para ser ayudados.

"Poca gente lo sabe, pero cuando las pocas personas que lo saben me dan ánimos, sigo luchando. Me piden que tenga paciencia y que, poco a poco, y con ganas... de esto se sale", ha asegurado Riego. Y es que, es fundamental cuando se tiene depresión, saber que hay manos dispuestas a sujetar, aunque ni siquiera conozcan la razón del dolor. Que cuando una puerta se cierra, también hay ventanas que se abren. Que ninguna tormenta dura cien años y, que aunque parezca que el sol no volverá a brillar, al final lo hace. Porque siempre hay faros, luces, puertos que ayudan a todos aquellos que buscan bocanadas de aire en medio de un océano huracanado.

"Pensaba que jamás me podría pasar a mí", el relato de una zamorana con depresión