Víctor Berrocal, el artista que adaptaba utensilios caseros para pintar hasta lograrlo con la boca

El pintor zamorano forma parte desde hace un año de la Asociación de Pintores  con la Boca y con el Pie

Víctor Berrocal, en su casa pintando uno de sus cuadros
photo_camera Víctor Berrocal, en su casa pintando uno de sus cuadros

Con apenas 21 años un accidente de tráfico le dejó tetrapléjico. Casi tres décadas después, con 48 años, Víctor Berrocal no ha dejado de crear con su pincel mundos alternativos llenos de color y esperanza. No puede con las manos, así que lo hace con la boca. 

Un accidente con su bicicleta en la carretera de Valdeperdices, donde chocó con una furgoneta cuando apenas era un veinteañero, truncó parte de sus sueños, pero no pudo frenar la creatividad de un joven que adaptó todo tipo de utensilios caseros para poder pintar porque sus manos ya no le respondían. Hasta que pasó a formar parte de la Asociación de Pintores con la boca y con el pie y comenzó a dibujar sus primeros trazos con un pincel sujeto solo por sus labios.

De su "lucha" por controlar la "brocha" con la boca nace su arte, que vierte en cuadros de estilo expresionista o esquemático que le inspiran la naturaleza que ve en sus paseos por Zamora o Valdeperdices, pueblo del que es originario, las fotografías que hace su padre o en aquellos rostros que le dejan huella, como el de su abuela, o artistas conocidos como Rocío Jurado o Alejandro Sanz.

Víctor Berrocal, con el cuadro de su abuela

Cuenta que tras el accidente los médicos fueron sinceros y le comunicaron que no sabían si se recuperaría. "Y entonces empecé a luchar al máximo", asegura, hasta que pasados unos meses fue "consciente" de que nunca volvería a caminar. Y llegó el punto de inflexión. "Comencé a pensar en lo que podía hacer, no en lo que no podía", señala. "Si estás todo el tiempo pensando en lo que has perdido, te vuelves loco", subraya en su habitación, mientras su madre Natividad, siempre a su lado, le mueve para evitar que las escaras aparezcan en su cuerpo inmóvil.

Desde su silla de ruedas relata que, desde el primer momento, comenzó a "rebuscar" la manera de hacer el mayor número de cosas con la movilidad que le quedaba, bien con "rehabilitación bien con la imaginación", como él mismo afirma. Tras siete meses en el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo, Víctor Berrocal regresó a casa y reconoce que tuvo miedo por la incertidumbre que supone enfrentarse a una nueva situación. "Te cambia el cuerpo por completo, las sensaciones, todo... Es como si volvieras a nacer", apunta, al tiempo que reconoce que su accidente le cambió la vida a toda su familia, no solo a él. "Depende mucho de como lo lleves. Yo he tenido una actitud bastante positiva y eso ha ayudado a la familia", sostiene.

Pero hubo que hacer muchos cambios. El primero, el traslado desde una vivienda pequeña en la calle Pedro Alvarado hasta la casa más grande, en planta baja y adaptada en la que reside ahora, frente a la estación de trenes de Zamora. Cuando en verano se traslada a Valdeperdices "pierde" esas comodidades que compensa con más horas en la calle. "Allí casi no pinto", confiesa, y agradece el calor porque, explica, que "no regulamos bien la temperatura y solo estamos a gusto con temperaturas de entre 20 y 28 grados".

Su energía positiva le llevó a concluir en tres años los dos años que le quedaban para terminar la carrera de Bellas Artes, a los que añadió dos años más de doctorado que decidió abandonar porque su ilusión eran la pintura y la música. Y comenzó a adaptar todo tipo de utensilios caseros para sujetarlos con las manos que ya no le respondían. "Aprovechando la movilidad de uno de los brazos, inventé unos adaptadores que me ponía en la muñeca", declara, hasta que tuvo que empezar a plasmar colores pincel en boca para entrar a formar parte de la Asociación de Pintores con la Boca y con el Pie. "Me ha resultado más fácil pintar con la boca que con los adaptadores", revela. "Todo está aquí", dice, mientras señala su cabeza.

Su padre Patrocinio ha sido sus manos, el profesor "manitas" que hacía realidad los inventos del hijo, desde un caballete adaptado hasta un artilugio que le permitía manejar las ya desaparecidas cintas de casete. Su madre es su segunda piel. La mujer que le atiende desde que se levanta hasta que se acuesta, pero también la que le limpia los pinceles cada dos por tres, le mezcla los colores y atiende todas sus "necesidades" de artista.

Es también un apasionado de la música, sobre todo, la instrumental que le permite "volar con la imaginación". Pero no solo la escucha, también la compone. "Dios me ha dado buen oído, pero mala voz", bromea.

Aunque ha expuesto en varias ocasiones en Zamora, Benavente, Madrid y Cataluña, Víctor Berrocal confiesa que es más feliz pintando en casa día a día. "Lo de exponer y ser conocido no me quita el sueño", recalca.

Mientras pasea su silla de ruedas para mostrar algunos de los 12 cuadros que cada año envía a la Asociación, Berrocal asevera que su meta es "ser lo más feliz posible dentro de las circunstancias y sentirme realizado", lo que logra como miembro de la agrupación que le ha permitido ser el pintor que pinta con la boca. "Estoy muy ilusionado", manifiesta, no sin antes volver a agradecer todo el apoyo de la familia que "me ha permitido vivir en un hotel de 5 estrellas y con los mejores cuidados".

Página web de Víctor Berrocal

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