Un huerto hidropónico y un software de control con base en Fariza. Es el proyecto sobre el que Daniel Longione lleva depositando tres años sus esperanzas con la vista puesta en Zamora. El ejemplo de que la tecnología al servicio del cultivo sostenible no es sólo cosa de grandes empresas, su llegada a este pequeño municipio sayagués viene marcado por el afán de sacar adelante una idea de emprendimiento avalada por técnicos, startups e, incluso, universidades pero que choca con la realidad de la falta de financiación para poder convertir a Fariza en el epicentro de la hidroponía en la provincia.
Este especialista en cultivos hidropónicos, argentino de nacimiento, de padre italiano y madre israelí, cambió su residencia en Málaga para poder hacer de su proyecto -desarrollado gracias a la Junta de Andalucía- una realidad. Tras una intensa búsqueda, la plataforma de "Juntos por Sayago", de Domingo Martín y José Antonio De La Mano apareció como un oasis en la web. Su apuesta por repoblar la comarca mediante el impulso del Banco de Viviendas y la apuesta por atraer a emprendedores y apostar por una economía circular de la zona terminó por convencerle.
Por el camino, entre solicitudes, concursos y gestiones varias, Daniel dio con el albergue de Fariza, sobre el que se está empleando a fondo ahora reconvertido en alojamiento rural y con la vista puesta en ofrecer a los visitantes una experiencia completa. Con siete habitaciones, 47 plazas y 50 camas, "La Rueca" intenta hacer valer la llamada del encanto de Los Arribes del Duero como reserva natural de la UNESCO para fomentar el turismo rural y de naturaleza en la zona. Pero su proyecto motor continúa dando vueltas en su cabeza.

Hablar con Daniel supone hablar de hidroponía, una apuesta de hoy para el día de mañana en un tiempo marcado por la sobreexplotación de la tierra y el cambio climático. Con el plan de negocio y el plan financiero ya ultimados y la disponibilidad del terreno, sólo falta el presupuesto que rondaría los 80.000-85.000 euros. Una cantidad que permitiría habilitar un invernadero de 1.000 m2 -con posibilidad de reducirlo en función de las ofertas- capaz de crear cuatro puestos de empleo para trabajadores de la zona, el equivalente de 15.000 euros anuales de beneficios para la Seguridad Social.
"Tenemos ya marcados los planos para poder asentar el invernadero, el análisis y la disponibilidad de agua en el terreno", sostiene Daniel.
Lejos de lo que pueda parecer, la hidroponía no es una especialidad nueva. "Los incas y los egipcios ya lo empleaban". Este sistema de cultivo prescinde de la tierra sustituyéndola por una solución de agua enriquecida con nutrientes que hace de la agricultura y los huertos una opción más sostenible pero más eficaz a nivel productivo.
Por poner un ejemplo: en la tierra el cultivo de lechugas se reduce a dos veces al año, frente a un huerto hidropónico del 1000 m2 que permitiría multiplicarlo por cinco: la misma producción que se podría hacer en más de siete hectáreas. La producción podría alcanzar las 6.000 cabezas de lechuga por día "pero el proyecto se puede adaptar a los metros cuadrados en función de la financiación". Todo ello sin necesidad de someter a la tierra a ningún tipo de estrés.
Este huerto recrea un microclima gracias a un circuito cerrado y protegido dentro de un invernadero completamente inteligente. Mediante un software de creación propia “Al crop” -pero desarrollado por la Universidad de Cádiz que se interesó por el proyecto que ya están desarrollando sus alumnos como tesis doctoral- se emula una estación de meteorología que, por medio de sensores, permite controlar los niveles del CO2, el nivel de la humedad, la temperatura del ambiente, la conductividad y el PH del agua y adaptarlos a las necesidades de las semillas para que germinen y se desarrollen.

De hecho, este software que ya está funcionando en invernaderos de Hawái, pero que podría extrapolarse a cualquier parte del mundo "para que automáticamente si hay cualquier tipo de anomalía le llegue un aviso a su WhatsApp y correo electrónico para que lo corrija de manera inmediata" y evitar así la formación de algas en el interior del circuito del agua. Y de nuevo, el escollo de la falta de financiación para hacer de altavoz y poder llevar esta plataforma al cada vez mayor número de ferias y eventos centrados en la sostenibilidad y la apuesta por el medio ambiente.
Pero la tecnología no se queda ahí, ya la temperatura ambiental también se podría controlar a través de la puesta en marcha y regulación de ventiladores en el interior del invernadero así como de cortinas y mallas que permiten controlar la entrada de luz solar.
Inteligencia al servicio de la producción de lechugas, pero también de cualquier otro tipo de hortalizas como pimientos rojos, berenjenas, tomates hasta albahaca, cilantro o perejil. Un proyecto que ha despertado el interés de una empresa portuguesa que ya le ha animado a producir algodón por este sistema: "Estamos haciendo las primeras pruebas".
"La hidroponía es el cultivo del futuro". Tal es así que los informes sitúan a este tipo de sistemas como la alternativa para contener el hambre en 2050 ateniendo a factores como la sobreexplotación de los recursos. Los beneficios de este tipo de cultivos también se notan en el organismo, ya que las personas que consumen este tipo de alimentos aumentan en un 50% el nivel de vitaminas y minerales como las A, C, E, B1, B2 y B3, según datos de la Plant Research Technologics (Investigación Tecnológica de Plantas).