La historia de Tere Guerra Pino es la historia de una mujer pegada a un ordenador. También a una silla de ruedas, si bien esto último fue por imposición. Porque cada mañana y cada noche antes de acostarse, esta mujer de 45 años, natural de Sogo de Sayago, aprovecha los momentos de mayor quietud en su hogar para ponerse frente a su ordenador fijo y teclear poco a poco, entre la quietud que le impone su dedo índice derecho y el frenesí de su mente que vuela más allá, demostrando que las limitaciones son pura fachada en ella.
Tere Guerra es pura sonrisa. También pura entrega. Ya convertida en una escritora “mayor de edad”, lleva más de media vida entregada al mundo de las letras. Unas letras con las que Tere ha ido creciendo y en las que ha apostado por cambiar su habitual temática sobre los impedimentos y problemas a los que se debe enfrentar a diario una persona que, como ella, sufra parálisis cerebral, por un viaje hacia la libertad. De sus relatos con toda crudeza, Tere pasa a regodearse en uno de los ambientes que mejor conoce. El de su propio pueblo.
Y es que Sogo se cuela en el relato de “Al amor de la lumbre”, su cuarto libro tras “Al otro lado de la ventana”, “La ironía de la libertad” y “Más allá del físico”. Una historia que le ha llevado nueve años y que ha sabido sacar del limbo gracias al arrojo de esta sayaguesa cuyos calificativos se quedan pequeños. Tere huye también de todo el refranero de la comarca, quizá porque su actitud frente a la vida –la que demuestra con su sonrisa y su forma de expresarse a través del teclado de su ordenador- es única.
Tere es un canto a la libertad, el mismo canto que lleva a su personaje a perseguir la felicidad y que alcanza en toda su plenitud en un recóndito pueblo de la España Vaciada. La señal “Sogo. Bienvenido a la Libertad” guía a su protagonista en su camino de huida de la monotonía y el envilecimiento de las grandes urbes. Casi guiado por su instinto, el mismo que impulsa a Tere a continuar día tras día pulsando delicadamente las teclas de su ordenador -a veces fiel amigo, otras condenado por arrebatar de un plumazo una frase, un párrafo que le ha llevado horas-.
Resulta curioso que el protagonista, Andrés, tendrá prácticamente la edad de Tere, que también ha encontrado su felicidad en Sogo. “Yo quiero estar donde esté mi madre”. Lo dice tras su paso fallido por multitud de residencias y centros especializados en los que nunca terminó de encontrar su sitio. Un lugar que para ella se llama Sogo: con su madre, bajo la atenta compañía y permanente ayuda de Sandra y la supervisión de su hermano y demás familia. El mensaje de su libro es toda una declaración de intenciones: “Con un poco de voluntad cualquiera puede cambiar su vida”.
Tere es un ejemplo de lucha, también de constancia y de tesón pese a todas las trabas que la vida le impuso desde el preciso momento en el que salió de las entrañas de su madre. Lo demuestra con sus ideas de futuro -ya está esperando una casa adaptada de protección oficial y desea poder tener una tablet para escribir con mayor comodidad-como con su apertura de miras. Porque Tere es capaz de dar vida al relato más desgarrador como asomarse al abismo de las historias de amor o interesarse por la historia de emigrantes como Sandra, fiel compañera de Tere desde hace seis años. Porque, como dijo el periodista Fernando Sánchez Alonso, periodista y fiel amigo que ha escrito el prólogo de su última obra, Tere es como la quinta estación: Si al otoño se le caen las hojas, a Tere nunca se le desprende la sonrisa”. Así es ella.
Tere es pura alma, la misma que le falta a su personaje que emprende un camino de búsqueda, de introspección que cada día se torna más alejado de nuestra realidad, pero que quizá siga siendo la más auténtica de todas.