De Alba, Aliste, Sayago, Sanabria, Benavente o Toro. Ninguna comarca escapa a los encantos del ganchillo que no conoce límites a la hora de crear. Una afición tornada en pasión y, finalmente, en oficio para Arancha Arribas que mediante su propia marca Ariamiguru ha sabido impregnar la esencia zamorana en la representación del Nacimiento de Jesús.
Valiéndose únicamente de aguja y lana, sus manos expertas -las mismas que aprendieron de su madre y que ya se transmite durante cuatro generaciones- han vuelto a dar forma un año más a los tradicionales Misterios. Apenas tres figuras representativas de estas fechas festivas sirven para representar el valor de la artesanía, tradición y patrimonio.
Artesanía y tradición en forma de los amigurumis que recuperan este arte del ganchillo que la pandemia vino a rescatar como "agua de mayo" y que se ha sabido mantener hasta llegar a su boom con los grannys tomando árboles gigantes y todo tipo de adornos en la calle. Pero también patrimonio través de la indumentaria tradicional que en Zamora se luce con especial orgullo.
Fue el "zamorano estándar" el primero que vio la luz hace ya dos años, un modelo exportable a la zona de Sayago o Aliste gracias al manteo, la gabacha y el pañuelo que porta la muñeca que representa a la Virgen María mientras que San José comenzó a lucir una faja, chaleco y capa parda por la manta zamorana que arrullaba al niño Jesús. "Pero claro, la cosa se empezó a complicar".
"Me mandaban una foto de los abuelos o los padres en un grupo de baile tradicional y yo recreaba todo lo que se podía". La creatividad sin límite más allá de la que impone un muñeco de apenas 15 centímetros de largo en el caso de las figuras de mayor tamaño, tres veces más que el Jesús. Y con todo, los muñecos logran ir ataviados con hasta una quincena de prendas y accesorios entre manteos, rodetes, mantones y fajines.
Ya asentados en el mercado local, este año Arancha ha sumado más de una quincena de encargos únicamente centrados en Misterios comarcales. Su última creación ha sido el Belén sanabrés: "Era el único que aún no había hecho y fue un reto". No falta detalle ni tampoco los recuerdos en esta mini representación: "La Virgen va con mateo marrón y negro, mandil negro, camisa blanca y un mantón negro por los hombros y cerrado a la altura del pecho. Y un pañuelo negro a la cabeza, en honor a mi bisabuela, la Tí Margarita casada con el Tí Santiago, zapatero y que vivían en Puebla de Sanabria. San José, en tonos oscuros y faja roja".
Y curiosamente, es el Belén de Carbajales el que menos se solicita. "Únicamente me lo piden para regalar a personas que no residen en la provincia, el resto prefieren los de su zona". Las recreaciones más humildes, que evocan a las abuelas celebrando la fiesta entre siega y siega, a las costureras o a los pastores, son las que triunfan.
La artesanía asiste a su auge, también por méritos propios: "Hemos aprendido a vender. El packaging permite darle ese aire tradicional al tiempo que le da ese valor adicional". Un valor propio de un producto que lleva más de 12 horas de media. Un trabajo realizado con las manos y el corazón sobre la lana y la tierra.