No se envuelven ni se colocan bajo el árbol pero abrigan, curan y garantizan el acceso a la atención médica.: es la otra Navidad que sostienen las organizaciones sin ánimo de lucro como Cruz Roja y Cáritas en Zamora. Y es que las fiestas navideñas no siempre llegan envueltas en papel de colores. En muchos hogares de la provincia de Zamora, la ilusión no cabe en una caja ni se ata con un lazo. A veces adopta la forma de unas gafas nuevas para ver bien en clase, de un abrigo que protege del frío camino del colegio o de una ayuda económica para poder estudiar. Son los regalos invisibles.
Mientras los escaparates se llenan de juguetes y luces, Cruz Roja y Cáritas trabajan en una Navidad paralela, menos visible pero más urgente. Una Navidad hecha de necesidades básicas, de acompañamiento y de respuestas concretas para familias que no piden lujos, sino lo imprescindible para seguir adelante.
Las cifras confirman la dimensión de esa realidad. Cáritas Diocesana de Zamora atendió en 2024 a más de 10.100 personas en la provincia, muchas de ellas familias con menores a cargo. El año anterior, la atención alcanzó a 12.717 personas, un dato que refleja la persistencia de la vulnerabilidad y la cronificación de la pobreza en amplias capas de la población. Detrás de esos números hay más de 1.600 familias acompañadas, niños que reciben apoyo educativo, jóvenes que participan en actividades de tiempo libre y hogares que dependen de una ayuda puntual para cubrir alimentación, suministros o vivienda.
No se trata solo de repartir alimentos. Cáritas sostiene programas de acogida, empleo, atención a mayores, apoyo a personas con adicciones o acompañamiento a migrantes. En Zamora, más de 800 niños y jóvenes participan cada año en proyectos de refuerzo escolar y ocio educativo. Son regalos que no se rompen ni se guardan en un cajón, porque sirven para sostener la vida diaria.
Algo similar ocurre en Cruz Roja. En la provincia, la organización atiende cada año a alrededor de 6.000 personas, a través de una red de programas sociales que generan más de 34.000 intervenciones: ayudas para cubrir necesidades básicas, acompañamiento a personas mayores en soledad, apoyo a familias sin recursos o itinerarios de empleo para quienes buscan una oportunidad laboral. En muchos casos, la ayuda llega justo a tiempo: un billete de autobús, una prenda de abrigo, un apoyo económico para un tratamiento sanitario que no puede esperar.
Son historias que rara vez ocupan titulares. La de una madre que no puede asumir el coste de un dentista. La de una familia que necesita ayuda para pagar el transporte hasta el hospital. La de un niño que estrena abrigo en diciembre porque el anterior ya no abriga. Escenas cotidianas que no encajan en una postal navideña, pero que definen la verdadera dimensión de estas fechas. No hay nombres propios. O no siempre. A veces por protección, otras por pudor. Pero detrás de cada dato hay un rostro infantil que recupera algo tan básico como la normalidad.
Junto a esas ayudas silenciosas, Cruz Roja mantiene también su campaña más visible y reconocible: la recogida de juguetes nuevos para niños y niñas en situación de vulnerabilidad social y económica de la provincia. Una iniciativa que busca garantizar que ningún menor se quede sin regalo en Navidad y que, más allá del objeto, persigue hacer realidad sus ilusiones y reforzar la igualdad de oportunidades. Los juguetes llegan a familias atendidas por los servicios sociales y por la propia organización, completando así una intervención que combina la emoción del regalo con la cobertura de necesidades básicas.
Esta es la otra Navidad. La que no suena al romper el papel. La que no deja juguetes en el suelo, pero sí un futuro un poco menos incierto. La Navidad de los regalos invisibles, esos que no van bajo el árbol, pero que, en Zamora, sostienen la esperanza cuando más falta hace.