Todas cargan con una historia de superación sobre sus espaldas. Y hay que hablar en femenino porque en cuestión de manicura y estética aún no se ha roto otra barrera: la de género. Cada mañana acuden al local de la agencia de ocupación Laborüs, en la calle Condes de Alba y Aliste, para formarse y poder integrarse en un mercado laboral que "conserva", a pesar de los avances, muchos prejuicios. La raza, el color o el aspecto físico siguen siendo "muros" que hay que saltar en una sociedad cada vez más desigual.
Son 12 alumnas, la mayoría de etnia gitana, en un curso de 150 horas. Aprenden manicura y pedicura básica en estética, que se corresponde con un certificado de profesionalidad de Nivel 1, con la ilusión de ser contratadas o emprender su propio negocio. Algunas trabajan en empleos mal remunerados y compaginan clases, trabajo e hijos. En su camino, la Fundación Secretariado Gitano, con Ana María Alonso, como orientadora laboral, y Estefanía Navarro, como orientadora educativa, las acompaña en un itinerario individualizado para atender todas sus necesidades, aplacar sus miedos y ser el "puente" que las conecte con las empresas y negocios, donde aún imperan muchos "tabús".
Pero también se fomenta su espíritu emprendedor. Paula Santos, gerente de Laborüs, explica que para muchos ciudadanos en riesgo de exclusión social ser autónomo es una salida a un mercado laboral que mantiene "actitudes racistas", con sectores económicos muy tocados por la pandemia y la crisis de precios y con selecciones de personal cada vez más "duras". Y advierte que hoy día "todos estamos en riesgo". La igualdad de oportunidades aún es una utopía. "Los estudios superiores están reservados para familias con cierto nivel económico y los menos privilegiados acceden como mucho a la formación básica", recalca.
De ahí la importancia de programas como ACCEDER, del Fondo Social Europeo, que trabaja por la igualdad de oportunidades de la población gitana en el acceso al empleo, pero dando la mejor respuesta a las necesidades de las empresas.
En ese camino a la integración también se ha implicado la docente que imparte las clases. Mabel Peláez, dueña de un centro de estética de vanguardia, con más de 20 años de experiencia, con los masajes terapéuticos como enseña y que ha trasladado su negocio recientemente a la calle Santa Clara, considera que "ya es hora" de dejar los "prejuicios" a un lado. Y rompe otra lanza: la estética no tiene género. Por eso anima a los hombres a lanzarse a un sector copado por mujeres.
Cuando acabe el curso, precisamente el día que se celebra la Lotería de Navidad, el 22 de diciembre, y tras un parón por las fiestas navideñas, las alumnas ya no recibirán clases, pero no estarán solas. "Al principio hay que acompañarlas", señala la orientadora Ana María Alonso. Están a su lado a la hora de pasar la entrevista de trabajo, de preparar los trámites para emprender un negocio o para disipar sus dudas. Y sobre todo, para que no se rindan. Porque obstáculo tras obstáculo, en ocasiones, las fuerzas se desvanecen y se puede llegar a desistir. Aunque la palabra abandono no forma parte del ADN de estas mujeres, dispuestas a demostrar que "pintando uñas" también se rompen barreras.
Según las cifras facilitadas por la Fundación Secretariado Gitano, en Zamora residen 1.500 personas de etnia gitana, un 2% de las 750.000 que se estima viven en España. La Fundación, ubicada en la Avenida Galicia, ha atendido en 2021 a 363 personas y participado en 5 programas. El Programa ACCEDER ha prestado apoyo a 120 personas, el 80% de etnia gitana, de las que 31 han logrado empleo. De ellas, un 42% eran menores de 30 años y de 41 contratados, un 52% eran mujeres.
La Fundación también acompaña a familias gitanas en situación de mayor vulnerabilidad y pobreza en un programa con 216 participantes y 30 personas en el Servicio de apoyo al IMV-rentas mínimas y atención a necesidades básicas.