sábado. 20.04.2024

El ganadero de Sesnández de Tábara al que un guardia civil salvó del incendio de Losacio: "Era un infierno, yo solo oía a Víctor ¡Nos come el fuego! ¡Hay que salir de aquí!"

Joseba Alday, que abandonó Bilbao el pasado mes de abril para establecerse con una ganadería en el pueblo de sus abuelos, relata como vivió aquel 17de julio en el que algunos vecinos le dieron por desaparecido cuando las llamas llegaron al paraje donde estaba dándole de comer a sus vacas

Este joven de 36 años agradece al agente que arriesgara su vida para salvar la suya y asegura que se siente "afortunado" por haber sobrevivido, al igual que su ganado, que no sufrió daños, y su mastín, que estuvo desaparecido 3 días

 

 

Joseba
Joseba Alday con sus perros y vacas en Sesnández de Tábara

Aún se le pone la piel de gallina cuando relata lo que vivió aquellos días. "¡Era el infierno!", repite una y otra vez. El primer incendio que arrasó la Sierra de la Culebra no llegó hasta Sesnández de Tábara, el pueblo al que se trasladó en abril dejando atrás Bilbao para cumplir su sueño de montar una vaquería. Pero el fuego de Losacio, justo un mes después, sí lo tuvo rodeado y hasta en el pueblo le dieron por "desaparecido" durante unas horas.

Joseba Alday se instaló en abril en la localidad de sus abuelos y su madre con sus 44 vacas alistano-sanabresas, una raza en peligro de extinción con poco más de 2.000 ejemplares en todo el país. Apenas tres meses después estuvo a punto de perderlo todo, incluso la vida. "Me salvó un guardia civil de Sesnández", relata agradecido.

Vacas de la ganadería de Joseba en Sesnández de Tábara
Vacas de la ganadería de Joseba en Sesnández de Tábara

Las llamas le pillaron con sus vacas. "Estaba echándoles de comer mientras hablaba con una amiga de Ferreruela, que me avisaba de que el fuego se dirigía hacia Sesnández", explica. Ambas localidades distan una de otra unos seis kilómetros y Alday pensó que era imposible que el incendio llegara hasta la zona donde pastaban los animales. Diez minutos después, las llamas estaban ya demasiado cerca. "Eran las cinco o cinco y media de la tarde y, de repente, se hizo de noche", recuerda. Y lo primero que pensó fue en sus abuelos, ambos octogenarios.

Cuando llegó a la casa familiar, la vivienda estaba llena de humo y su abuela tendida en el suelo del pasillo muy desorientada. El abuelo acababa de llegar de la huerta y sin pensarlo dos veces, los subió al todoterreno y los llevó a Sarracín de Aliste con unos familiares. Y regresó a ayudar a sus vecinos y a intentar salvar su ganado. Como era de los pocos que tenía cobertura, le llamaron para que fuera en busca de otro ganadero cuya familia ya había sido evacuada. Le encontró es su nave, ubicada en la parte de arriba de Sesnández, y entonces se encaminó a ver sus vacas, que pastaban a unos dos kilómetros de la población tabaresa.

Rastros del incendio en Sesnández
Rastros del incendio en Sesnández

Eran ya más de las 11 de la noche y este joven ganadero vasco reconoce que "el sonido del fuego era lo que más miedo me daba", pero tenía que salvar sus vacas. La antena de telefonía móvil se había quemado, no había cobertura y no sabia "por donde tirar con el ganado". "Hubo un momento en el que las vacas ya se negaban a moverse", rememora.

Y en ese instante, tuvo la idea de encender las luces de largo alcance del todoterreno para ver si algún vecino se percataba de su presencia allí. Y llegaron dos jóvenes para ayudarle a bajar el ganado hacia el arroyo, pero tuvieron que regresar porque se estaba quemando la cosechadora de uno de ellos. Y volvió a quedarse solo hasta que llegó una patrulla de la Guardia Civil. "Me dieron agua porque ya había tragado un poco de humo y me pidieron que me fuera y dejara las vacas", cuenta, pero asegura que no podía. "No podía permitir que el ganado se quemara", reitera.

Y se quedó rodeado por el incendio forestal mas devastador que se ha registrado hasta ahora en España. Pudo contactar con el 1-1-2 para dar su localización y un guardia civil de Sesnández, le salvó la vida. "Se me ponen los pelos de punta al contarlo, pero gracias a él salí vivo de aquel infierno. Pensé que iba a morir", confiesa.

De madrugada y sin verse las caras, ambos emprendieron la "huida" con sus vehículos, pero Joseba Alday se salió con el suyo en una cuenta del camino hacia Abejera y el agente tuvo que socorrerlo. "Creí que moríamos los dos allí. Yo solo oía a Víctor (guardia civil) decir ¡Nos come el fuego! ¡Hay que salir de aquí¡ ¿Puedes seguir conduciendo?". Y no recuerda nada más. Amaneció en una cama del Hospital Virgen de la Concha, conectado al oxígeno.

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Ternero recién nacido en el paraje La Molinera de Sesnández de Tábara

Al día siguiente, supo que sus vacas estaban bien, que sus tíos, que habían viajado desde Bilbao hasta el pueblo al escuchar las noticias, habían logrado encaminarlas hasta el paraje de La Molinera, de lo poco que no se ha quemado en esta localidad. Y cuenta que nada más salir del hospital, la primera visita fue, pues sí, a sus animales, que no sufrieron daños. 

Y confiesa que se desvela con "fogonazos que le vienen a la mente" y que una noche se despertó aterrado pensando que se le quemaba la casa. "Me cuesta tener la luz apagada", afirma, aunque es consciente de que tuvo suerte gracias a que un guardia civil arriesgó su vida para salvarle.

La fortuna también casi que su mastín, cuya desaparición le angustiaba durante su ingreso en el hospital, apareciera tres días después entre la negrura del campo. "Sentí una alegría enorme", atestigua.

Joseba Alday abandonó Bilbao con 36 años y desde el pasado mes de abril es vecino de Sesnández de Tábara. En este pueblo, cuyo término fue arrasado por el incendio de Losacio, "quedarán 50 hectáreas sin quemar", se empadronó y montó una vaquería con 44 vacas alistanas-sanabresas, una inversión que peligra, como tantas otras, por la falta de pastos y de agua. "Las balsas están secas por la sequía y porque los helicópteros cogieron agua para apagar el fuego", corrobora. Y la falta de agua es lo que más preocupa a este ganadero, que cada día llena sus depósitos para que a las vacas nunca les falte los 50 litros de agua que beben por cabeza.

Aunque hasta hace une mes vivía con sus abuelos, ahora ha alquilado una casa de dos plantas, donde piensa quedarse para vivir con su novia, ahora en Londres por trabajo, y con la intención de ampliar una explotación que tenía en mente desde hace años. La pandemia desbarató todos sus planes y permaneció en Bilbao, ciudad que "me encanta". Pero en 2022, cuando las cuentas no empezaron a cuadrar trabajando como camionero para una empresa de transporte, lo tuvo claro y se vino para el pueblo. "Siempre veraneaba aquí y me gustaba mucho el campo, la gente, la vida tranquila", subraya.

La decisión fue fácil, pero los trámites burocráticos no tanto. "Salvo el Ayuntamiento de Sesnández, que me ha ayudado mucho, el resto de administraciones te ponen muchas trabas", asegura. "Hace que si tienes dudas, lo dejes. Yo estuve a punto...dos meses con papeles, tengo una carpeta con 200 folios. Hablan de revertir la despoblación pero todo son trabas", lamenta.

Zona quemada en Sesnández de Tábara
Zona quemada en Sesnández de Tábara

 

El ganadero de Sesnández de Tábara al que un guardia civil salvó del incendio de...
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