Del barro a la esperanza: la historia de Rubén, un damnificado de la DANA que encuentra refugio en la solidaridad

La devastadora DANA que azotó Valencia dejó a su paso destrucción, tristeza y un profundo impacto en la vida de más de 110.000 personas. Entre ellas, Rubén, un vecino de Paiporta, se ha convertido en un símbolo de resiliencia y esperanza.
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Aunque su vida y la de su familia quedó marcada por la tragedia, con el garaje de su casa completamente anegado y la pérdida de sus preciadas motos clásicas dos vespas y una BMW, ha encontrado en la solidaridad de quienes lo rodean un motivo para seguir adelante.

Rubén no solo perdió objetos materiales; perdió una parte de su identidad. Su pasión por las motos lo llevó a desafiar incluso las advertencias de los bomberos para intentar salvarlas del agua. “Me metí por mis motos como si fuera a ver a Dios”, relata con una mezcla de humor y melancolía. Aunque el agua y el barro se llevaron gran parte de su colección, amigos y voluntarios, como un grupo llegado desde Pamplona, se encargaron de restaurarlas. “Están allí, tengo que ir a por ellas, pero es algo que me da fuerzas”, afirma.

motos rubén
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La catástrofe de la DANA también dejó un saldo trágico con la muerte de 230 personas en localidades cercanas, un recordatorio de la magnitud de la tragedia que asoló el Levante español y parte de Castilla la Mancha. Sin embargo, entre tanta adversidad, Rubén destaca lo que más lo ha conmovido: la gente. "Es increíble la cantidad de personas que vienen de todos lados a ayudarnos. Te dan un abrazo, te sonríen, y eso nos llena de energía para seguir", comenta emocionado.

Para Rubén, las motos representan más que un objeto; son recuerdos, historias y una conexión con su pasión. Aunque ahora siente el "bajón" de verlas fuera de juego, sabe que su vida no se define por lo perdido, sino por lo que ha ganado: la fuerza para levantarse y la conexión con quienes han estado allí para ayudarlo. "Al final, son solo cosas", reflexiona, reconociendo que su principal preocupación es mantener la normalidad en la vida de sus hijos y que, poco a poco, se adaptan al cambio de parques y paisajes.

La solidaridad que ha recibido lo lleva a reflexionar sobre el valor de la humanidad. “Es bonito el mundo cuando conoces gente así, te hace recuperar la fe en la humanidad”, dice mientras agradece a quienes, como otros muchos voluntarios, se han acercado a brindar su apoyo, incluso desde Zamora con la ONG Acción Norte. Con una mezcla de gratitud y humor, Rubén promete una celebración futura, con cerveza, petardos y hasta una señera colgada en la puerta.

La historia de Rubén no es solo la de un damnificado de la DANA, sino la de alguien que, en medio de la adversidad, ha encontrado un motivo para sonreír gracias a la ayuda de personas dispuestas a tender una mano amiga. Una lección de humanidad que, en tiempos difíciles, recuerda que juntos siempre se puede empezar de nuevo.

vespa rubén
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