El olor a romero y tomillo tomaba este domingo, día del Corpus Cristi, el caso antiguo de Zamora. La ciudad se vestía de gala en un día en el que centenares de niños volvían a sacar sus vestidos y trajes de Primera Comunión en una jornada de fiesta que se repite por toda la provincia.
En fila de a dos, entre vestidos blancos, grandes lazos, guantes de encaje; entre marines, almirantes y los trajes más tradicionales, la fiesta arrancaba desde el atrio de la Catedral con la Custodia cerrando el desfile entre un mar de pétalos que se han consumido a su entrada a la Plaza Mayor en busca de la patrona de la ciudad.
Ha sido en una procesión que arrancaba tras la celebración de la homilía en una Catedral cuyo recinto se quedaba escaso para acoger a las centenares de personalidades, niños y padre orgullosos de sus hijos semanas después de haber recibido el sagrado Sacramento de la Comunión. El obispo de Zamora, Fernando Valera, les ha pedido que se mantengan fieles a Jesús para no permitir que nadie les "robe al esperanza". Ellos, el "signo de ese amor por los demás" han sido los grandes protagonistas de una jornada en las que las bandejas de plata y las cestas de mimbre tenían continuamente que irse rellenando con miles y miles de pétalos que iban invadiendo las calles de la capital dejando a su paso un reguero de color y alegría que marcaba la senda de la Custodia.

El paso llega en último lugar tras la Solemne procesión que abrían los Gigantes y gigantillas al ritmo de las gaitas, dulzainas, cornetas y tambores. Le seguía la Tarasca echando humo, con sus secuaces lanzando caramelos ante la presencia de los más pequeños entre el público y realizando las oportunas reverencias a su paso por los altares levantados, como el altar nido situado a la puerta del convento del Corpus Christi, donde cinco bebés aguardaban su llegaba.
En una mañana en la que el calor ha apretado de lleno, los abanicos tomaban posiciones con una Plaza Mayor a rebosar ante la expectación de la llegada de los niños que han esperado pacientemente al momento sobre el que cubrir de pétalos la Custodia fielmente escoltada por cuatro agentes de la Guardia Civil vestidos de gala.

La Plaza Mayor estaba presidida en un altar por la Virgen de la Concha, una costumbre secular que nace de un privilegio que se conserva en una tabla del obispado del siglo XVI en la que reza que esta figuraría delante de la custodia. Allí fue donde el obispo hizo la última oración delante de los centenares de fieles que participaron en la procesión.
La solemnidad del Corpus Christi se inició el viernes con una catequesis introductoria para todos los niños que han participado en la solemnidad del Corpus el domingo. Continuaron los actos el sábado por la tarde cuando se rezaron las vísperas con la presencia de la Virgen de la Concha, patrona de la ciudad de Zamora, que había llegado en procesión junto a La Tarasca, alegoría de la historia del bien sobre el mal.
ACCESO A LA GALERÍA FOTOGRÁFICA

