SIBO: mitos, diagnóstico y tratamiento adecuado

Los conceptos erróneos pueden llevar a autodiagnósticos inexactos y a tratamientos no adecuados para quienes padecen esta afección
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El sobrecrecimiento bacteriano del intestino delgado (SIBO) se ha convertido en un término cada vez más conocido en el ámbito de la salud, pero su creciente popularidad ha dado lugar a numerosos mitos y malentendidos. Estos conceptos erróneos pueden llevar a autodiagnósticos inexactos y a tratamientos no adecuados para quienes padecen esta afección.

Para confirmar un diagnóstico de SIBO, se utiliza una prueba de aire espirado, una técnica no invasiva que mide los niveles de hidrógeno y metano en el aire exhalado del paciente. Este procedimiento requiere que el paciente consuma un preparado de glucosa o lactulosa antes de la prueba. La fermentación de estos azúcares por el exceso de microbios en el intestino produce los gases detectables, lo que ayuda a confirmar la presencia de sobrecrecimiento bacteriano.

Una vez establecido el diagnóstico, es crucial abordar las posibles deficiencias nutricionales que pueden acompañar al SIBO. Estas deficiencias incluyen déficits en vitaminas esenciales como la B12, B1 y B6, que son comunes en personas con esta afección. La corrección de estas deficiencias es un paso fundamental en el tratamiento.

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