Dicen que no hay nada más doloroso para un padre que sobrevivir a su hijo. Es la punzada de dolor común que comparten todos los progenitores pero que, en el caso de aquellos que los perdieron durante el embarazo, el parto o al poco de nacer, se agudiza en un duelo invisible a ojos de una sociedad que no llegó a conocer oficialmente a ese niño.
Nuria, zamorana de 35 años, fue una de las mujeres que en este último año ha protagonizado una dura historia de superación. Mamá de una niña nacida prematuramente en la semana 30, tuvo que ser derivada a Madrid para someterse a diversas intervenciones fetales. “Fue un embarazo muy complejo, tuve hasta cuatro operaciones”. Finalmente Valeria nació el día 30 de diciembre de 2021, en el ocaso de un año en el que mientras el mundo recibía con esperanzas la llegada del 2022, Nuria y su pareja se despedían de su pequeña en la soledad de una habitación de hospital.
“Llevábamos a nuestras espaldas un embarazo complicado, pero los médicos eran muy optimistas. Habían tenido más casos como el nuestro y habían salido bien”. Valeria no respondió a la medicación tras la cesárea de urgencia y fue desconectada en los brazos de sus padres.
Es la dura historia que comparten, con los matices propios de cada vivencia, todas las mujeres de la red “Hueco de mi vientre” Zamora, un grupo que trata de brindar ayuda y apoyo a mujeres y padres que han atravesado por esta situación y que hoy recuerdan a sus bebés con motivo del Día Mundial de Concienciación sobre la Muerte Gestacional, Perinatal y Neonatal. Un emotivo y sencillo acto en el Rincón Blanco del cementerio de San Atilano ha servido para recordar a esas luces de esperanza que se apagaron antes de tiempo.
“Es un duelo muy complejo en el que te despides tu futuro”. Nuria asegura que, en pleno 2022, “no estamos acostumbrados a recibir muerte cuando esperas vida”: “Parece que es una cosa habitual en siglos anteriores, pero sigue sucediendo”. Se trata de hechos traumáticos en los que los progenitores -también los padres, directamente borrados del proceso de duelo- se enfrentan a una pérdida invisibilizada y sin posibilidad de reconocimiento por parte de quienes no llegaron a ver a ese bebé con vida.
En el caso de Nuria y su pareja, ni siquiera prepararon la habitación de la pequeña Valeria. Con todas las opciones contempladas, decidieron no comprar absolutamente nada: “Había mucha gente que ni siquiera sabía que estaba embarazada”. Una dicotomía que contrasta con la reivindicación de la existencia de ese hijo y que se asocia a los miedos por las probabilidades de pérdidas en las primeras semanas de gestación.
“Tenemos el hábito de no contarlo hasta pasados los tres meses, cuando la realidad es que puede ocurrir en cualquier momento del embarazo más allá de la barrera de las 12 semanas”. El dolor de estos padres es tan real como cualquier pérdida porque “tú quieres a tu hijo desde el momento en el que ves las dos rayas, te da igual la edad gestacional, es tu hijo y lo antepones incluso a ti. ¿Cómo no vas a sentir su pérdida?”.
Nuria ha sabido canalizar ese dolor a través de la red zamorana que sirve de apoyo y con la apertura de un canal en Instagram (@laesteladevaleria) en la que ha contado su historia personal y en la que se ofrece como canal de escucha: “A veces nos cuesta abrirnos a un grupo, pero nuestras historias pueden servir de guía para muchas personas”.
