Bárbara y Jose Luis han formado parte del contingente que ha acompañado al convoy de ayuda humanitaria de la ONGD Acción Norte en un viaje hasta la misma Ucrania donde se han depositado hasta 70 toneladas de ayuda humanitaria para intentar paliar los efectos de una guerra que nunca debió iniciarse. Tras la primera llegada del convoy cargado de material y a la espera de poder sacar de la zona de guerra hasta 35 personas que ahora ya están a salvo en sus lugares de arraigo, esta pareja ha dado las mayores muestras de humanidad que podrían darse, en su profesión, la comunicación entre actor y espectador es clave, quizá ahí también está su mejor virtud y ejemplo a seguir.
Los "Nonos" son y han sido los artistas del grupo, la mano de la danza y el teatro, Barbara y Jose Luis tienen una compañía de teatro (TodoArt13) que seguro también ha tenido culpa de ese especial toque y chip que dentro de la solidaridad del gremio ha podido con todo en situaciones críticas. Ellos han dado al viaje el aspecto más solidario, el más conectado con los ángeles de la guarda y han colaborado más que activamente en el norte de Europa en la logística para poder alojarnos en Hostels y en Hoteles baratos, para al menos contar con una cama durante 5 o 6 horas en un viaje maratoniano de 6.500 kilómetros.
Su humanidad no es ni mucho menos cuestionable, su solidaridad es total y el antes el otro que uno mismo, su filosofía. Bárbara es la mujer del abrazo "apretao" y de las lágrimas cómplices, ella es mami, yaya, nona, y una mujer de bandera por encima de todo. Su seseo canario acoge a quien conversa con ella y sus miradas de cariño atontan a cualquiera, sea en el idioma que sea, porque ella sabe y comunica con sus gestos como nadie.
Jose Luis Donalson, ha dado todo al volante, aún con una lesión en su espalda se ha comido los 6.500 kilómetros como un "champiñón". Con él nos hemos abrazado en plan osos, hemos llorado como niños y hemos jugado también al juego amable de la solidaridad. Entre su inglés, nuestro francés y los idiomas universales de los gestos y las caras, hemos podido hacer reír incluso a los más pequeños por mucho que hayan llorado o se hayan puesto malitos.
Dos personas que será difícil olvidar, dos padres, madres y nonos, que han tenido un viaje de vida y una lección de humildad como la que hemos recibido todo el contingente de los 15. Todos que tenemos que dar gracias a Ucrania por ponernos de nuevo con los pies en el suelo de los mortales. Ucrania y los refugiados, nos han puesto firmes ante los que sufren y de los que con una sonrisa o con un abrazo abren tus entrañas del amor, la solidaridad y la realidad de una situación en la que el protagonista podría ser cualquiera.
Jose Luis y Bárbara, siempre hermanos, siempre juntos y siempre cerca, manos abiertas, abrazos cómplices y lloros serenos, ellos serán siempre un referente para quien les escribe, ellos se han decidido a arraigar sus lazos en Sayago, en la tierra de mis orígenes, de los de Viriato de la lucha contra un poder establecido a golpe de guerra. Ucrania nos ha colocado de nuevo en un sitio, el de ver en global, el de sentir al prójimo más cerca aunque haya más de 3.000 kilómetros de distancia.
La crisis, las subidas del IPC, de los precios, de la energía son por supuesto importantes, pero si hay guerra y está tan cerca no vamos a poder solventar nada, sobre todo si ni siquiera entendemos lo que es quedarse sin nada, con solo una maleta y con toda la vida colgada por culpa de un ser que busca en el siglo XXI la supremacía rusa sobre un pueblo al que ha invadido y vejado hasta la saciedad.
Una guerra en el 2022 que lleva 36 días volviendo loco al mundo ¿alguien podrá poner fin de una vez por todas a esta locura? Si con una pequeña muestra como la conseguida marca una vida, imaginen que será para los más de 4 millones de ucranianos desplazados, el fin de una guerra que nunca debió iniciarse.
La furgoneta de los "nonos" quedó bautizada como la "LLorona", las demás todas, tuvieron su apelativo "especial" ellos ambos dos lloraron, los demás hicimos lo mismo, pero la sensibilidad en ese pequeño espacio marcó su nombre y la "llorona" lo dio todo.