En el corazón de Castilla y León, Zamora se alza como un destino imprescindible para el turismo rural, un sector en auge que ha sabido reinventarse en los últimos años. Atraídos por su combinación de paisajes naturales, patrimonio cultural y la autenticidad de sus pueblos, cientos de turistas eligen cada año esta provincia para desconectar, explorar y, sobre todo, vivir experiencias únicas.
Desde las aguas cristalinas del Lago de Sanabria hasta los impresionantes cañones de los Arribes del Duero, ofrece un abanico de entornos que invitan al descanso y la aventura. Los turistas pueden combinar actividades al aire libre como el senderismo, el ciclismo o el avistamiento de fauna, con estancias en alojamientos rurales que oscilan entre lo rústico y lo exclusivo. Estas casas, cuidadosamente restauradas, no solo preservan el encanto de la arquitectura tradicional, sino que también integran servicios como spas, jacuzzis y piscinas privadas.

Zamora ofrece más de 150 alojamientos rurales, con tarifas que arrancan desde 25 euros por persona y noche, convirtiéndose en una opción asequible y cercana para quienes buscan desconectar. Las estancias suelen extenderse entre dos y tres noches, un hábito que ha ido al alza en los últimos años, con un aumento del 12 % en reservas. Este tipo de escapadas ganó fuerza tras la pandemia, cuando muchas personas redescubrieron el encanto del turismo cercano y tranquilo.
Uno de los atractivos más destacados del turismo rural en Zamora es su rica gastronomía. Los visitantes pueden disfrutar de platos típicos como el arroz a la zamorana, los quesos de oveja o el vino de la D.O. Toro, una experiencia que muchos complementan con visitas a bodegas o mercados. Además, las casas rurales han sabido adaptarse, ofreciendo servicios personalizados como cestas de desayuno con productos de la zona o cenas temáticas con maridaje.
De esta forma, poco a poco, el turismo rural está transformando Zamora, no solo como motor económico, sino también como salvavidas para sus pequeños pueblos.