"Conocí Argusino por las necesidades que me marcaba la narración". A veces el drama de la realidad, esas historias construidas a base de dolor y afligido silencio, se tornan en auténtica fuente de inspiración a la hora de ponerse a escribir. El drama del pueblo zamorano que desapareció bajo las aguas tras la construcción y llevado de la presa de Almendra en 1967 se ha convertido en el detonante y elemento clave en la segunda novela del escritor José Francisco Alonso, "Milhojas de jamón".
"Sabía de casos como el de Riaño (León) o de Granadilla (Cáceres), pero no en concreto el de Argusino. Llego a este pueblo porque la narración me pide un detonante para explicar los hechos, y ahí es donde aparece el pueblo mágicamente". Durante muchos años la historia trató de silenciar a este pueblo que ni siquiera contaba con ubicación propia en Google Maps. Ahora su pista nos remite al inmenso 'Mar de Castilla' que limita las provincias de Zamora y Salamanca.
Aunque la novela transcurre en Barakaldo (Vizcaya), el pueblo se cuela en la línea de investigación para esclarecer el asesinato de un hombre que aparece muerto en un contenedor junto a la Torre de Iberdrola. Y ahí surgió la conexión con Argusino cuyo adiós estuvo ligado entonces a los nombres de Iberduero y al régimen franquista de la época. "Hay un elemento clave, que evidentemente no se puede contar, pero que tiene que ver con el pueblo, lo que ocurrió y, especialmente, la forma en la que se hizo".
De esta mano el profesor Loizaga -el investigador que hila todas las novelas de Alonso desde "Pisto a la bilbaína" a su segundo título y que ya se perfila en su tercera obra en fase de "lector cero"-, surge una novela policíaca cuyo trasfondo aborda la relación entre los individuos y las grandes multinacionales. "Tras esta aparición nadie quiere investigar salvo este detective que es además un profesor de Filosofía que se pregunta cómo es posible que a nadie le interese la muerte de este trabajador".

Pese a todo, Alonso precisa que no se trata de una novela denuncia, sino de un mero elemento narrativo que sirve para explicar el caso pero que sí está ligado a los últimos momentos vividos antes de que sus habitantes pusieran rumbo a un nuevo hogar despidiéndose de sus vidas y de sus casas de toda la vida: "En el primer segundo me di cuenta de que aquello tenía mucho valor. No hace falta tener un familiar en Argusino para imaginarse la experiencia tan traumática que tuvo que ser, pero a mi me ayudó a construir el final de la novela con esa tragedia colectiva".
Un detonante que no sólo le ha permitido conocer la historia del pueblo zamorano, sino incluso historias de descendientes y allegados. "También vi que estaba aflorando en los últimos años esta idea de dignificar el pasado a través del grupo de Argusino Vive".
Un nexo de unión con la provincia que ha llevado a Alonso, este escritor bilbaíno pero residente en Valladolid, a volver a visitar Zamora invitado por la Librería Ler (calle del Riego, 34). Meses después de la presentación de su segunda novela en la ciudad regresa para acudir a su primera experiencia en un club de lectura: "Es una perspectiva distinta y para el autor mucho más interesante porque te permite plantearte lo que escribes".
Porque para Alonso, el lector es su "mejor tribunal". En ellos confía ahora los retoques de su próxima novela que espera que pueda ver la luz en la primavera del 2024. Bajo el previsible título también marcado por la gastronomía como sello personal que distingue tanto al personaje como a los títulos en un género en pleno auge y en el que el número de nuevos títulos es continuo.
