sábado. 20.04.2024
Anestesia epidural
Anestesia epidural

Aunque los primeros intentos de bloqueos neuroaxiales se remontan a 1885 no fue hasta 36 años más tarde cuando un médico español dio con la clave de la epidural. Fue Fidel Pagés (1886–1923) quien logró desarrollar con éxito la vacuna que este año cumple su centenario y que se emplea habitualmente para contener el dolor en el parto, aunque también se emplea en intervenciones de pierna, pelvis o genitales. 

El poder de esta vacuna reside también en facilitar la aplicación de técnicas instrumentales durante las intervenciones como el uso de fórceps o ventosa sin necesidad de aplicar otro tipo de anestesia. Su duración habitual varía entre las cuatro y las cinco horas. 

La técnica para inyectar este anestésico requiere de una aguja especial, con bisel convexo para separar el ligamento amarillo de la duramadre. Dependiendo de la zona a pincha se puede dormir un lado y dejar la otra parte contralateral, aunque en el parto lo habituar es que el bloqueo se concentre en las últimas dorsales y las primeras lumbares, al tiempo que también de cara a la fase expulsiva del bebé. 

Los expertos destacan los múltiples beneficios de la epidural no sólo a la hora de bloquear el dolor, sino también durante el proceso de recuperación del paciente tras la intervención, pese a los detractores de su uso, especialmente en lo que al proceso del parto se refiere. Entre los riesgo que se señalan es el aumento de hipotensión o mayor número de cesáreas. 

Al tiempo, un estudio de la Universidad de Granada destacaba que las madres sometidas a la epidural presentaban un índice más bajo en el Test de Apgar, mayor riesgo de requerir cuidados intensivos o peor adherencia a la lactancia materna. Un postura enfrentada a otras investigaciones, como la de Northwestern que considera que la reducción del dolor para la madre hace afronte la reciente maternidad de una forma más placentera y sosegada reduciendo así el riesgo de depresión posparto.

100 años de epidural