El Teatro del Seminario de Zamora se convirtió en la noche del viernes en una ventana abierta al corazón de África. Los Uganda Kids, jóvenes artistas del grupo Ugandan Sticks, ofrecieron un espectáculo en el que se entrelazaron la fuerza de sus tambores, la energía de sus cuerpos y la emoción de un mensaje que trasciende la música: el de la esperanza.
Se trataba de un concierto a beneficio del proyecto “Música para salvar vidas”, una iniciativa que busca apoyar a niños y niñas huérfanos de Uganda, brindándoles la oportunidad de crecer y aprender a través de la música y la danza, y ofrecerles un futuro en su propio país. Y desde el primer golpe de tambor, el público quedó cautivado. En el escenario se desplegó una explosión de color, ritmo y sentimiento que narraba —sin palabras— la historia de su tierra: la belleza de sus paisajes, la profundidad de su fe, la alegría que resiste al dolor y la fuerza de una comunidad que baila incluso frente a la adversidad.
Los jóvenes intérpretes alternaron danza africana tradicional, contemporánea y tribal, con momentos de una sincronía casi hipnótica. En ocasiones, el movimiento se detenía en una especie de danza a cámara lenta; en otras, estallaba en una sucesión de giros, saltos y percusiones que hacían vibrar todo el teatro.
No era solo el virtuosismo lo que conquistaba, sino la autenticidad: esos rostros que reflejan la vida misma, esa manera de transformar la historia de un país en arte, esa energía que se contagia hasta hacer que el espectador sienta el pulso de África latiendo dentro de sí.
El grupo Ugandan Sticks lleva varios años recorriendo España con su propuesta. Anoche, Zamora también se rindió a sus pies. Y cuando el último tambor calló, el silencio del público fue el de quien sabe que ha asistido a algo más que un concierto: a una lección de vida danzada.