Se repiten las cifras a tan solo 3 días de un aniversario en el que los enfermos entraban al hospital para tratar una enfermedad para la que no hay cura ni vacuna y tan solo el cuerpo humano junto con una enorme amalgama de medicamentos deciden si se vive o si se muere.
Imparable, con muy mala pinta y con una curva ascendente que asemeja a lo que el 27 de marzo ocurría, con los mismos pacientes ingresados sabiendo mucho más de la enfermedad y pudiendo paliar mucho más los efectos de la enfermedad, pero no por eso con menos miedo desde la parte sanitaria a un nuevo caos que se ve llegar.
Asoma por la ventana y ya se deja entrever por la puerta un nuevo confinamiento del que hemos tenido ya un toque de atención desde Valladolid y a través dela Consejera de Sanidad Verónica Casado. En la provincia vuelta a la carga con los ambulatorios y consultorios sin profesionales, los teléfonos colapsados, los abuelos sin asistencia y todo después de seis meses y con todo por hacer de nuevo y sin remedio alguno a bote pronto.
Mientras que en el deporte ya se deja hasta ir al campo de fútbol aunque solo sea de 1.000 en 1.000 seguimos sin médicos sin profesionales sanitarios y sin ganas de volver a lo que ya conocimos, pero que irremisiblemente vamos a pasar por ello como vaticinan los expertos.
Los médicos ya se empiezan a quejar, los sanitarios en general hacen lo mismo y no dejaron de pedir puesto que es lógico, siete meses después estamos en las mismas, una curva ascendente con 59 personas ingresadas y con fallecimientos a diario, una pandemia que lleva a la muerte de decenas de zamoranos, sobre todo mayores y 7 personas en la UCI con un pronóstico nada halagüeño. Seis meses después nada se puede hacer salvo paliar los síntomas de dolor corporal, falta de respiración y la temida neumonía bilateral de la que no demasiados pacientes salen adelante. La presión en el HVC es cada vez mayor, y la provincia acusa una nueva curva de ingresos incesante que hacen temer lo peor.
