Un piano flota sobre el río Duero. De fondo, el skyline del casco antiguo de Zamora. El sonido de las teclas se entremezcla con el leve, apenas apreciable, remanso de paz procedente de un río que se convirtió ayer en el escenario de un concierto que cautivó por su belleza y singular puesta en escena.
Ni las ocas y patos quisieron perderse este concierto flotante que arrancaba a última hora de la tarde en la orilla de la playa de Los Pelambres. El espectáculo "le piano du lac" ha ofrecido imágenes singulares de una Zamora que se rinde a su río y, cómo no, a la música clásica. Su paso por España y Portugal le ha llevado a nuestra ciudad, en la que Violette ha ofrecido su repertorio repleto de composiciones y letras tan mimosas como ruidosas a borde de un piano-cama conmovedor. La lengua de esta pianista rouge se desinhibe en francés, languidece en español y se aventura en el portugués.
Un espectáculo con taquilla voluntaria que ha dejado estampas para el recuerdo y que ha acercado a decenas de zamoranos que han disfrutado desde el puente de los Poetas, desde la orilla de la playa o durante su habitual paseo por el río de unas notas que han cautivado y que han podido incluso con las nuevas tecnologías. porque, tras grabar, eran muchos los que se quedaban extasiados por momentos contemplando una escena en el que lo real supera a cualquier vestigio que dejemos en nuestra gallería para el recuerdo.
Un gran ballet acuático en el que se funden las melodías de la flauta, la percusión y los pasos de baile. Todo con el mejor marco de fondo: la piedra de nuestra muralla, de la Catedral de Zamora, con su torre y su cimborrio como testigos de una voz que canta desde el fiel testigo y primer fortín de la ciudad. El Duero suena a perlas.