En Zamora, tierra de profundas raíces religiosas y cuna de una de las Semanas Santas más emblemáticas de España, la Cuaresma ha estado siempre impregnada de ritos y prácticas que van más allá del ayuno y la abstinencia.
Curiosidades de la Cuaresma zamorana que pocos conocen
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La prohibición del huevo y la leche
Hoy en día, la abstinencia en Cuaresma se asocia sobre todo a la carne, pero en la Edad Media el ayuno era mucho más estricto. Durante estos 40 días estaba prohibido consumir productos de origen animal como huevos y lácteos. Esta restricción explica el origen de los “huevos de Pascua”, ya que en muchos lugares se cocían los huevos antes de la Cuaresma para que no se echaran a perder y, al llegar la Pascua, se regalaban decorados. -
El entierro de la sardina: una despedida burlesca al Carnaval
Aunque su origen es incierto, esta tradición, que en Zamora también tenía su eco, simboliza el fin de la época de excesos del Carnaval y el comienzo del periodo de recogimiento cuaresmal. En algunas zonas, antiguamente se hacía una procesión en la que se simulaba el funeral de una sardina, que luego se quemaba o enterraba. -
Las campanas enmudecen
En muchos lugares, incluida Zamora, antiguamente las campanas de las iglesias dejaban de sonar durante la Cuaresma, en especial en los días de mayor penitencia, como el Viernes Santo. En su lugar, se utilizaban matracas o carracas para llamar a los fieles. -
Las “Tiznadas” de Viernes de Dolores
En algunos pueblos de Zamora existía una tradición en la que, en la víspera del Viernes de Dolores, los jóvenes tiznaban con hollín a quienes se encontraban por la calle, una práctica que mezclaba lo festivo con lo ritual. -
Las cofradías hacían "exámenes" de fe
En siglos pasados, algunas cofradías zamoranas realizaban una especie de “prueba” a sus nuevos miembros durante la Cuaresma para asegurarse de que eran dignos de vestir la túnica. Estas pruebas podían incluir la memorización de oraciones o incluso pruebas de resistencia física durante los actos penitenciales.
Las tradiciones de Cuaresma en Zamora: ayer y hoy
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Los potajes y la repostería cuaresmal
El potaje de vigilia, a base de garbanzos, espinacas y bacalao, sigue siendo uno de los platos más tradicionales de la Cuaresma zamorana. Antaño, las familias más devotas respetaban con rigurosidad el ayuno y las comidas se reducían a una o dos diarias. En cuanto a la repostería, las torrijas y los amarguillos zamoranos eran un clásico en los conventos de la ciudad. -
El rezo del Vía Crucis
La devoción popular se reflejaba en el rezo del Vía Crucis por las calles o en templos como la Iglesia de San Vicente o San Isidoro. A día de hoy, algunas cofradías siguen organizando este acto durante la Cuaresma como preparación espiritual para la Semana Santa. -
El silencio como norma
En algunos conventos zamoranos, la Cuaresma era un tiempo de silencio absoluto. Especialmente en los días previos a la Pasión, algunas órdenes religiosas mantenían el voto de silencio como forma de penitencia y reflexión. -
El Lunes de Pasión y su carga simbólica
Una de las tradiciones que se mantiene es la celebración del Lunes al marte de Pasión, con el traslado solemne del Cristo de la Buena Muerte en la Iglesia de San Vicente. Este acto marca la cuenta atrás hacia la Semana Santa y refleja la sobriedad y el recogimiento propios de estas fechas.
La Cuaresma en Zamora sigue viva, aunque con menos restricciones que antaño. Sin embargo, muchas de sus tradiciones perviven en la memoria colectiva, recordándonos el peso de la historia y la fe en la identidad de la ciudad.
Pero claro también tenemos que hablar de la "bula de carne" es un tema fascinante que nos permite entender mejor las prácticas religiosas y sociales de épocas pasadas. Aquí explicamos algunos puntos clave:
¿Qué era la bula de carne?
Era una dispensa papal que permitía a los fieles católicos consumir carne y sus derivados en días de abstinencia, como los viernes de Cuaresma.
A cambio de esta dispensa, se solía exigir una contribución económica, lo que convertía a la bula en una fuente de ingresos para la Iglesia. La práctica de la abstinencia de carne tiene raíces antiguas en el cristianismo, como una forma de penitencia y recogimiento. Sin embargo, a lo largo de la historia, la Iglesia otorgó dispensas en diversas ocasiones, ya sea por motivos de salud, necesidad o, como en el caso de la bula de carne, por razones económicas.
Estas bulas fueron objeto de controversia, especialmente durante la Reforma Protestante, ya que se consideraban un ejemplo de la corrupción de la Iglesia.
Existen casos particulares, como el del pueblo de Meco en España, que aún conserva una bula papal que le permite consumir carne los viernes de Cuaresma. Esta dispensa se otorgó en el siglo XV debido a la dificultad de obtener pescado fresco en la zona.
La venta de bulas de carne y otras dispensas fue una de las prácticas que Martín Lutero criticó con vehemencia, lo que contribuyó al estallido de la Reforma. La bula de carne nos permite comprender cómo la Iglesia católica ejercía su poder y cómo las prácticas religiosas se entrelazaban con la economía y la vida cotidiana.
También nos muestra la diversidad de interpretaciones y prácticas dentro del cristianismo a lo largo de la historia.