La iniciativa "Teje por ellos" se erige como un auténtico foco de solidaridad desde cualquier rincón de España. Más de medio millar de regalos en forma de ganchillo tejidos con tiempo y paciencia que han viajado desde Levante hasta Galicia para parar en cinco residencias y centros de día de la provincia de Zamora para devolver a nuestros mayores un poco del reconocimiento y cariño que se merecen en estas fechas festivas.
Una idea surgida en plena pandemia y que se ha expandido ya con tres ediciones y el férreo apoyo de los grupos de tejedoras, asociaciones, particulares y empresas que se ofrecen como punto de recogida y donación de material para conformar una auténtica cadena de montaje y confección de mantas, bufandas, gorros y bolsos.
"Las redes se llenaban de campañas para niños y viendo lo mal que lo habían pasado en la residencia no pude por menos". La zamorana Arancha Arribas, creadora de la marca Ariamiguru, es la responsable de movilizar a las aficionadas de la ciudad a través de los encuentros de "Tejiendo Zamora". A ellas se les han unido de Benavente, Toro, Casaseca de las Chanas, del punto de recogida en Galicia, Almendralejo (Badajoz), Valencia, de Vitoria y Madrid. "Es la ventaja de los grupos de tejido: lanzas una campaña en redes sociales y la respuesta es inmediata".
En total 520 regalos que este año han ido a parar a las residencias San Gregorio, Niño Jesús en Zamora y Argujillo, próximamente en el Centro Virgen del Yermo así como en Puerta Nueva. Allí se personaron Arancha, su madre Conchi, sus dos hijos Roberto y Julia y dos de las tejedoras del grupo de la capital que ya cuenta con más de una treintena de integrantes, entre ellas Paqui y Rafi.

Con los últimos compases del año, fue la residencia de Puerta Nueva la que recibió un regalo en forma de visita de estas tejedoras que, cajas de cartón en mano, llegaron dispuestas a repartir un poco de esa felicidad que llevan creando desde hace meses, gracias también a la implicación de las zamoranas Silvia de La Casa de las Labores, Fanny de Recreart y Raquel de la tienda de mercería Lúbù.
"Hay gente que lleva tejiendo desde agosto". Los regalos han ido adaptándose con el paso del tiempo a las necesidades de los usuarios -bolsos más grandes y colores y diseños más unisex pensados también para los hombres-, al igual que ha subido la calidad del producto y, con ello, el número de donaciones que se han duplicado en los últimos tres años.
Lejos parece quedar ese 2021 en el que tan sólo dos residencias les abrieron las puertas para proceder al reparto físico de los regalos. "En el resto teníamos que depositar las cajas en la puerta y eran los trabajadores los que se los entregaban". Ahora, con ese feedback recuperado, regresan las sonrisas cómplices, las confesiones y los recuerdos de quienes aún rememoran las manos hábiles de su madre o sus tiempos de tejido al calor de la lumbre.

Un regalo que hace que los usuarios aparquen momentáneamente sus males: "Cualquier detalle por pequeño que sea a nosotros nos viene bien porque no estamos pensando en lo que nos duele" confiesa Sole. "Con que se acuerden de mi, sea lo que sea, me vale. Soy hija única y no tengo hermanos".
Es el caso también de Juani, la abuela de Arancha y responsable de cuatro generaciones de tejedoras que se han materializado con la entrega de una creación de punto de manos de su propia bisnieta. Pero también de Julia que, a punto de soplar 94 velas el próximo mes de febrero y tras su primer mes de estancia en la residencia, asegura que estas visitas son más que necesarias para levantarles el ánimo.

