La historia de “Mítico Sayago” es la historia de un sayagués que nunca dejó de serlo del todo, la de un converso que pasó de renegar de su tierra a anhelar cada paso emprendido desde su niñez. Bajo el calor seco de su Almeida natal y ahora asentado en Carbellino de manera temporal, José Martín Barrigós canta a una tierra sometida al aislamiento territorial y que tampoco ha sabido escapar a la ignorancia de la administración, pero que ve en este momento su oportunidad para emerger convirtiendo sus tradicionales carencias en su mayor grandeza.
“Empezaban a borrarse de su memoria los recuerdos de la infancia, luego el nombre y la noción de las cosas, y por último la identidad de las personas y aun la conciencia del propio ser, hasta hundirse en una especie de idiotez sin pasado”. El fragmento incluido en el capítulo III de “Cien años de soledad” de Gabriel García Márquez guarda un nexo crucial con el espíritu de la obra de Barrigós, nacida desde el más puro convencimiento de que las historias y los datos necesitan un soporte escrito para que perduren en el tiempo. El mejor antídoto contra la peste del olvido y la memoria.
Con la mesura de quien se ha enterrado durante décadas entre archivos y documentos, entre recuerdos y datos, Barrigós asegura que no ha descubierto nada importante. Lo dice de un libro que saca a flote la figura del poeta Justo Alejo –natural de Formariz y hombre de letras que llegó a desarrollar hasta cuatro carreras hasta los años 60-, y cuya obra hoy está a disposición del público en la Fundación Jorge Guillén, en Valladolid. Lo mismo que sobre la figura del antropólogo peruano José María Arguedas, cuyo estudio de campo sobre la comarca en 1958 incluida en su tesis "Las comunidades de España y del Perú" lo encumbró a lo más alto de la antropología. Un estudio con base en Bermillo, municipio que a día de hoy sigue atrayendo a jóvenes estudiantes de máster.
Entre sus páginas, “Mítico Sayago” también hace un hueco a un hito que conecta a Sayago con la historia de España –lo que supone un alto en una comarca que también ha estado ajena a la cronología y los grandes eventos que han marcado el devenir del país- como la batalla de la Almeida sayaguesa o el paso del Sir Arthur Wellesley, primer duque de Wellington y que jugó un papel crucial al frente del ejército anglo-portugués durante la Guerra de la Independencia para evitar la invasión de Portugal por parte de las tropas de Napoleón.
Un libro que tiene su continuidad en su blog “Almeida de Sayago”, un compendio de datos, hechos y proezas desconocidas que conforman una oda a una tierra que nunca ha dejado de amar, si bien trató de contener cuando su familia emprendió rumbo a Salamanca en un momento en el que ser de pueblo suponía pertenecer al estrato más bajo y, por ende, convertirse en objeto de mofa por parte de los urbanitas.
Son las figuras y hechos que logran poner su sello a una tierra sometida al más estricto aislamiento geográfico hasta prácticamente inicios y mediados del siglo XX lo que, unido a una dejadez más que reconocida, han sido algunos de los factores que precisamente han permitido preservar gran parte de sus costumbres, su patrimonio e identidad etnocultural. En palabras del propio autor, “el ciclo de la vida ha hecho de la tradicional servidumbre de Sayago su gran oportunidad”.
Habla Barrigós de servidumbre en referencia a ese conjunto de características que acogotaron a la comarca y que obligó a que sus gentes desde tuvieran que idear sus propios medios para sacar adelante unos cultivos destinados eminentemente a la subsistencia básica de las familias y al autoabastecimiento-. Un sistema de vida que ha marcado el carácter del sayagués en una tierra apacible y que supone ahora el foco de atracción tras el impacto de una pandemia que ha cambiado nuestras prioridades y preferencias.
Un futuro que pasa, opina el periodista sayagués, por tener una visión de conjunto “y no por hacer cada uno la guerra por su cuenta” potenciando la marca Sayago a través de la ganadería extensiva y la apuesta de una industria innovadora que comienza a asentarse tímidamente en la comarca, pero que ya ha demostrado su capacidad para erigirse y despuntar a nivel internacional como es el caso de la empresa Grenoucerie, afincada en el mismo municipio desde el que nos habla Barrigós.