Comenzó a escribir apenas cumplidos los veinte años. Mientras estudiaba Magisterio comenzó a trazar las líneas de lo que hoy conforma su segunda novela “Blanco sobre negro”. Este maestro zamorano, de raíces sayaguesas y natural de Almeida, lleva más de dos décadas asentado en Ibiza, si bien su mente vuela hacia cualquier rincón de la Península.
Pero su pasión como tal se forjó, como muchos otros, durante esas duras semanas de confinamiento. Cuando el Covid-19 llegó casi por sorpresa a nuestro país, con todos los hogares sumidos en un aislamiento casi completo, Óscar Figueruelo tomó mano de su ordenador: “Mientras a mucha gente le dio por escribir diarios, yo aposté por una novela centrada en el Covid desde una perspectiva muy crítica y social”. El resultado fue ‘Calma’ su primera creación como tal que provocó el interés de varias editoriales y que finalmente vio la luz en enero de 2021.
Mientras ‘Calma’ saltaba a las librerías y a los portales de venta online, otra creación de Óscar permanecía guardada en un cajón. “Era una novela de mis años de juventud que no conseguí publicar”. Tras someterla a un profundo proceso de revisión y ampliación, ‘Blanco y negro’ supone la consagración de este zamorano menos de un año y medio después de su primera obra publicada.
“El esqueleto de la misma ya estaba formado. Es una novela que no ha cambiado en lo sustancial, pero que se ha ampliado bastante”. Óscar asegura que, de no haberla comenzado a vislumbrar por aquél entonces, la obra “no habría visto la luz a día de hoy”. Con el margen de mejora que tiene cualquier creación fruto de la juventud, ‘Blanco sobre negro’ recupera personajes de la juventud del autor con finas pinceladas de la sociedad de una época, en plena década de los 80 y 90, en las que empezaba a vislumbrarse el problema del sida.

La obra no convenció por aquel entonces a las editoriales, con un Óscar de apenas 25 años y recién titulado, pero que no ha supuesto por ello ningún cambio sustancial en la estructura de la misma. Óscar respeta los personajes y el tema original, el mismo que le causó tal impacto durante su juventud marcado por pérdidas personales, pero también de personajes del mundo de la cultura como fue el propio Freddie Mercury.
La afición de Óscar por las letras venía de lejos. “Siempre participé en revistas que se elaboraban en el instituto o en la universidad o con artículos sueltos, pero el primer intento serio llegué con esa novela”. Asegura que ese rechazo inicial, si bien le hizo dejarla aparcada, no le llevó nunca a plantearse la autoedición, una apuesta moderna que no se estilaba cuando este sayagués comenzaba a teclear con firmeza sobre su Olivetti.
La voz de Óscar suena apasionada, alejada de los casi 50 años que cumple este mes de julio: “Yo digo siempre que la alegría y la felicidad de los niños me mantiene joven. Fíjate a qué edades me he metido en esta aventura literaria que podía haber quedado en un primer libro y ya está que fue fruto del encierro”. Asegura que una vez se “embarcó” en esta aventura que también le ha permitido conocer más de cerca la complejidad del mundo editorial y de la producción literaria, “resultaba inevitable seguir en esta línea”.
‘Blanco sobre negro’ presenta a un grupo de personajes que crean sobre el lector una amalgama de sentimientos: “Los vamos a querer, pero por momentos también los vamos a odiar”. Ambientada en unos residentes de un centro de desintoxicación de toxicómanos a mediados de los años noventa, la obra guarda cierta conexión con un lector ‘de mediana edad que vivió aquella época’. “He querido mantener esa época primera porque fue escrita así originalmente, pero además creo que fue una década que ha marcado el rumbo de este país. Los años 80 fueron unos años de gran convulsión, pero los que realmente marcaron el rumbo de España fueron los 90 y, sobre todo, el año 92” con las olimpiadas de Barcelona y la muerte de Freddie Mercury.

Con una narrativa envolvente y la introducción de diálogos, Óscar busca un estilo propio con continuas idas y venidas en el tiempo que permite al lector tratar de meterse en la piel de los personajes. “La gente que la ha leído hasta ahora le ha gustado mucho porque se han mimetizado con lo que ocurre en la novela, que también guarda conexión con vivencias de cada uno”.
Pero una de las mayores satisfacciones para Óscar ha sido poder presentar la obra en su tierra. “En el caso de ‘Calma’ no fue posible por las restricciones con el coronavirus. Era una ‘espinita que tenía clavada’” y que le ha llevado a presentar su obra en el Museo Etnográfico y que también le llevará a acercarlo a su comarca, Sayago, con un acto más íntimo de la mano de la asociación La Mayuela de Bermillo.