En las calles de Venialbo, un pueblo impregnado de historia y tradición, los negrillos centenarios han sido testigos silenciosos del paso del tiempo y de incontables momentos de la vida de sus habitantes.
Para quienes han crecido entre sus sombras protectoras, los negrillos no eran simplemente árboles; eran compañeros de juegos, confidentes de secretos y guardianes de sueños. Desde lo alto de sus robustos troncos, los niños desafiaban el peligro y forjaban recuerdos que perdurarían toda la vida.
Sin embargo, la grafiosis, una enfermedad que afectó a los árboles de la zona durante décadas, comenzó a debilitar a estos gigantes de madera. A pesar de los esfuerzos por preservarlos, recientemente, uno de los negrillos fue talado por orden del ayuntamiento, siguiendo las recomendaciones de las autoridades ambientales para evitar riesgos mayores.
Esta decisión ha generado un profundo pesar entre los habitantes de Venialbo, quienes ven en la pérdida de este árbol una parte de su historia desaparecer ante sus ojos. Voces se han alzado en protesta, exigiendo explicaciones sobre la medida tomada. Sin embargo, las respuestas oficiales no han logrado calmar la indignación, dejando un sentimiento de frustración y desamparo en la comunidad.
A pesar del dolor por la pérdida, hay esperanza en el horizonte. Se confía en que, con las técnicas y recursos disponibles en la actualidad, se pueda plantar un nuevo árbol en el lugar que ocupaba el negrillo caído, para que las futuras generaciones puedan experimentar la misma conexión con la tierra y la historia de su pueblo.
