Somos de pueblo y hoy es San Isidro, patrón del campo: el homenaje a los guardianes de la tierra en una Zamora agrícola y olvidada

Somos de pueblo, y hoy es San Isidro, patrón del campo: el homenaje a los guardianes de la tierra en una Zamora agrícola y olvidada. Cada 15 de mayo, el calendario marca la festividad de San Isidro Labrador, patrón de los agricultores y símbolo de la unión entre el trabajo humano y los ritmos de la tierra. Y en Zamora, donde el campo aún es alma, sustento e identidad, esta jornada adquiere un valor profundo.
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No es solo una celebración religiosa, que también, en un estado laico y aconfesional donde se celebra el 25 de diciembre o el día de la Virgen porqué no hacer una fiesta de algo tan importante como la religión del comer porque esa, si o si o la practicas o te mueres. Hay que hacer también un reconocimiento necesario a quienes cada día, con sol, viento o helada, sostienen con sus manos lo que otros dan por sentado: que haya pan en la mesa y alimentos en las despensas.

Zamora es una provincia eminentemente agrícola y ganadera. Lo ha sido siempre. Lo sigue siendo, aunque a menudo lo olvidemos. Detrás de cada saco de cereal, cada litro de leche, cada pieza de fruta o cada embutido tradicional, hay rostros curtidos por la intemperie y jornadas que empiezan mucho antes de que amanezca. Hombres y mujeres del campo que no entienden de festivos ni de horarios porque la tierra y el ganado marcan su propio tiempo.

El campo zamorano: motor silencioso

Mientras muchos sectores se paralizaban en la pandemia, ellos siguieron trabajando. En silencio, sin reconocimientos, sin aplausos. Aseguraron el suministro de alimentos cuando el miedo vació supermercados y el mundo parecía detenerse. Fueron esenciales, aunque apenas se les nombró. Y lo siguen siendo.

El campo zamorano es también el mayor garante de la sostenibilidad medioambiental. En tiempos de sequía, incendios y cambio climático, los agricultores y ganaderos son los primeros en notar las consecuencias y los últimos en ser escuchados. Son quienes cuidan los montes, mantienen limpias las fincas, protegen los acuíferos y gestionan un equilibrio ancestral entre naturaleza y producción. Y lo hacen, muchas veces, con recursos limitados y soportando un mercado injusto que no siempre valora lo que producen.

Tradición, fe y dignidad

San Isidro no es solo un icono devocional. Es también una figura de resistencia y esperanza para el mundo rural. Su imagen, sencilla y labradora, representa la fe en que el esfuerzo será recompensado, en que el trabajo humilde es también una forma de dignidad.

En pueblos como Villalpando, Toro, Benavente, Tábara, Carbajales o Alcañices, cada año se bendicen los campos, se sacan tractores en procesión y se celebra una misa que más allá del rito, sirve como punto de encuentro para una comunidad que mantiene viva la raíz agrícola de esta tierra. Porque aquí, el campo no es un adorno ni una postal. Es vida, es lucha y es herencia.

Una deuda histórica

La festividad de San Isidro también debería ser una oportunidad para recordar la deuda que la sociedad urbana y las administraciones tienen con el campo. No solo en infraestructuras, servicios o conectividad, sino en algo más profundo: el respeto y el reconocimiento. A veces se olvida que sin agricultores no hay alimentos, sin ganaderos no hay leche ni carne, sin pueblos vivos no hay futuro para el país.

Desde Zamora News, en este 15 de mayo, alzamos la voz en honor a todos los hombres y mujeres del campo zamorano. A los que madrugan para regar, a los que ordeñan bajo la escarcha, a los que crían ganado en extensivo, a los que aún siembran con luna y cosechan con el alma. Que San Isidro los proteja. Y que nosotros, como sociedad, aprendamos a valorar lo que su labor representa: raíces, alimento, paisaje y dignidad.

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