Tras la colaboración entre el sector cinegético y la conservación de la fauna, la población del lince ibérico ha experimentado una impresionante recuperación en España y Portugal. Según el informe "Evolución y recuperación del lince ibérico (Lynx pardinus) en España y Portugal: un ejemplo de éxito de conservación", publicado por la Fundación Artemisan, la especie ha pasado de menos de 100 ejemplares en 2002 a más de 2.000 en 2024, consolidándose como un modelo exitoso de conservación.
El lince ibérico, uno de los felinos más amenazados del planeta en la década de 1990, llegó a estar al borde de la extinción, con menos de 100 ejemplares concentrados en dos núcleos en Andalucía. Entre las principales amenazas estaban la fragmentación de su hábitat, la reducción de la población de conejos (su principal presa) debido a enfermedades, y la mortalidad inducida por el ser humano, como trampas no selectivas y atropellos.
La situación comenzó a revertirse a finales del siglo XX, cuando se lanzaron diversos proyectos de conservación, muchos de ellos bajo el marco de los fondos europeos LIFE. El esfuerzo coordinado de administraciones, organizaciones y el sector privado, especialmente el cinegético, ha sido clave en este proceso.
A día de hoy, el lince ibérico cuenta con 2.021 ejemplares distribuidos en 14 núcleos, 13 en España y uno en Portugal. Las poblaciones reproductoras se encuentran en Andalucía, Castilla-La Mancha, Extremadura y el sur de Portugal, habiéndose reintroducido recientemente en la Región de Murcia y previendo su llegada a Zamora y Palencia.
Entre 2019 y 2023, la población casi se ha triplicado, un crecimiento que destaca tanto en hembras reproductoras como en cachorros. Esto marca una expansión de la especie a nuevos territorios, abriendo nuevas expectativas para su conservación a largo plazo.
Uno de los factores clave para este éxito ha sido la colaboración del sector cinegético, cuyos gestores de cotos y fincas de caza han trabajado activamente en la creación de hábitats favorables para el conejo de monte y, en consecuencia, para el lince. De hecho, entre el 80 % y el 90 % de las hembras reproductoras se encuentran en fincas gestionadas por cazadores, quienes han sabido equilibrar la presencia del lince con sus propios intereses, desplazando a otros depredadores como el zorro o el meloncillo, que afectaban negativamente a la caza.
La Fundación Artemisan subraya que sin la implicación de este sector, que invierte más de 300 millones de euros al año en conservación del medio natural, el éxito en la recuperación del lince no habría sido posible.