Ser celíaco en España sigue siendo un lujo obligado. Harinas, panes o pastas sin gluten pueden costar hasta cinco veces más que sus equivalentes con trigo. Mientras FACUA alerta del sobreprecio y exige ayudas estatales, las familias con miembros diagnosticados asumen mes a mes el peso de una cesta de la compra que multiplica su precio.
Los datos no dejan lugar a dudas: comer sin gluten cuesta más del doble. Un estudio de FACUA-Consumidores en Acción revela que los alimentos aptos para personas con celiaquía son, de media, un 153% más caros que sus versiones con gluten. En algunos casos, la diferencia alcanza el 451%, como ocurre con el pan de molde de marca blanca en algunos supermercados
La asociación ha comparado un centenar de productos en seis grandes cadenas de distribución —Mercadona, Dia, Hipercor, Eroski, Alcampo y Carrefour—, analizando precios por kilo o litro de panes, pastas, harinas, galletas o pizzas. El resultado es un catálogo de desigualdad económica: el kilo de harina de repostería sin gluten cuesta 5,73 euros, frente a 1,05 euros la convencional. El pan rallado multiplica su precio por cuatro, y las tortas de anís pueden llegar a costar 24,55 euros/kilo, frente a apenas 5,20 euros en su versión tradicional.
Solo cuatro productos de los cien analizados cuestan lo mismo o menos en su versión sin gluten. Tres de ellos son cervezas. “No se trata de un capricho, sino de una necesidad médica”, recuerdan desde FACUA, que reclama ayudas directas a las familias celiacas y denuncia la falta de un programa estatal, a diferencia de lo que ocurre en Francia, Portugal, Italia o Bélgica, donde existen compensaciones económicas específicas.
En España, las ayudas actuales son escasas y dispersas. Algunas comunidades autónomas han comenzado a mover ficha: Castilla-La Mancha concede hasta 500 euros por persona, y Andalucía ofrece una deducción de 100 euros en el IRPF. Pero en la mayoría del territorio, las familias dependen de pequeñas subvenciones locales o provinciales que, en el mejor de los casos, apenas alivian el gasto de una dieta que no es opcional.
FACUA ha pedido a los ministerios de Sanidad y Consumo, encabezados por Mónica García y Pablo Bustinduy, un plan de apoyo a nivel nacional. “No puede ser que una enfermedad crónica suponga una penalización económica permanente”, advierte la organización, que reclama un sistema de ayudas ligado al nivel de renta y al diagnóstico médico.
Mientras tanto, cada compra sigue recordando la desigualdad: un kilo de pasta sin gluten cuesta 2,05 euros, frente a los 0,80 euros de la pasta tradicional. Ser celiaco, hoy, no solo significa cuidar la salud. También pagar el doble por hacerlo.