Los autónomos y pymes no resisten más. Sólo en los últimos tres meses más de 10.000 pequeños negocios han tenido que bajar la persiana para siempre dejando atrás sueños y proyectos de vida que se han visto bruscamente interrumpidos por una inflación que ya bate récords y que deja unas consecuencias palpables en ambos lados del mostrador: el del aumento de los precios para el consumidor y el de los comercios más pequeños incapaces de asumir el sobrecoste que desde hace meses les acecha.
Son las contundentes cifras que aporta ATA, la Asociación de Trabajadores y Autónomos, en base a los resultados del primer trimestre del año.
Las constantes subidas en la factura de la luz, sumado al aumento de los costes por los carburantes -y consecuentemente de los portes por desplazamiento de mercancías- han influido muy negativamente en un pequeño comercio que todavía no se había recuperado de las consecuencias de dos años de pandemia, confinamiento y restricciones incluidas. Muchos de ellos no han llegado de hecho a "a ver el sol" de una Semana Santa que parece haber animado al turismo y al consumo pese a este continuo alza en los precios.
Pese a las ayudas anunciadas por el Gobierno, el encarecimiento generalizado fruto de la invasión rusa en territorio ucraniano y que se ha sumado a las últimas protestas -entre ellas una huelga de transportes que se dejó sentir con fuerza en todo el país- han abocado a muchos empresarios, autónomos y trabajadores de negocios locales a tener que despedirse de su proyecto laboral ante la imposibilidad de hacer frente a las facturas, que sobrepasan de lleno al cada vez más escaso margen de beneficios.