La galería Espacio 36 celebra su vigésimo aniversario con una exposición colectiva que muestra sorprendentes visiones de Zamora por un grupo de artistas.
Dice la canción que veinte años no son nada. Pero veinte años pueden ser también toda una vida dedicada a promocionar el arte local, una ventana hacia las tendencias de vanguardia, el sueño de un loco que apostó hace veinte años, que no son nada, por abrir una galería de arte en la pequeña, en la olvidada Zamora.
Ángel Almeida es el propietario de la galería Espacio 36, que hace veinte años inciaba su andadura, si bien para escarbar en su origen hay que retrotraerse treinta años al Café Caché, el de los soportales de la Plaza de los Ciento (donde hoy se ubica el Café Thalberg), que durante diez años fue el escenario de numerosas exposiciones de artistas en su mayoría locales que buscaban un hueco en el panorama plástico.
Ángel Almeida echa la mirada atrás y sonríe, satisfecho con una trayectoria que no ha sido fácil. "No, no es fácil poner en marcha una galería de arte en Zamora, pero es maravilloso. Y como dice el refrán, "sarna con gusto no pìca. Yo estoy encantado con mi sala, con mis artistas... muchos vienen por aquí a verme, se han creado unas relaciones personales estupendas y si haces un balance es mucho más lo bueno que los contratiempos. Los tiempos no son buenos para el arte ni para la cultura general, pero también ahí está el reto, basta que una cosa sea difícil para que te emplees más. Y estoy muy contento con mi trayectoria".
En estos veinte años, la fisolofía de la galería ha cambiado, como confirma su propietario. "Al principio -señala Ángel Almeida- la galería se centraba más en el arte local, pero poco a poco ha habido una apertura hacia el arte nacional, me siento muy identificado con la propia trayectoria de la galería, por donde pasan artistas con mucho reconocimiento en el panorama nacional e incluso con proyección internacional".
Obras de pintores como Antonio de Ávila, Lozano Bordell, Norberto, Satur Vizán, Carmen Mayor, María Domingo,Pacho, Daniel Parra, Francisco Luna, Marcos Rodrígo, Menchu Uroz, Montesol, Francisco Escalera, Isidoro Moreno, Juan Báez, Muñoz Bernardo, Julio Arranz, Charles Villeneuve, José María Pinto, Gonzalo Prieto y Paco Segovia conforman una colectiva de mil estilos y conceptos artísticos para celebrar los veinte años de la galería con un denominador común: la personal mirada de estos artìstas sobre Zamora en lo que constituye un paseo sugerente y casi mágico por la ciudad y sus paisajes urbanos.
Pero en estos veinte años no se puede olvidar tampoco la presencia constante de los "pesos pesados" del arte zamorano como José Luis Coomonte, Antonio Pedrero, Higinio Vázquez, Alfonso Bartolomé, Seco San Esteban o Castilviejo, entre otros. "La Escuela de San Ildefonso marcó un hito en Zamora -reflexiona Ángel Almeida-; creo que el relevo generacional no es tan fuerte, quizá porque con el transcurso del tiempo han surgido nuevas formas de expresión, nuevas tecnologías, arte digital... los derroteros van por otro lado. También esa generación era como una piña, iban todos juntos, tenían ese concepto de grupo, de generación, mientras que ahora cada uno va por su lado, a lo suyo. Sí hay artistas con muchas cualidades, pero son artistas individuales, no hay esa unión".
Artistas de la talla de Ana Zaragozá, Javier Carpintero o Carmen Mayor, por poner apenas unos ejemplos, que aseguran la continuidad del arte en Zamora. "Tengo claro que el oficio de artista, la vocación del arte siempre existirá y siempre existirán los museos donde conocer maravillosas colecciones de arte, porque es eterno".
Ese, un museo o un espacio dedicado a los artistas zamoranos, es para Ángel Almeida la gran asignatura pendiente de esta ciudad. "Zamora le debe un espacio a sus artistas. Es una reivindicación que lleva años haciendo Antonio Pedrero pero no es un capricho, es una necesidad a la que personalmente le veo un futuro muy oscuro por falta de interés. Cuando se organizó la exposición de 200 años de arte en Zamora, Pedrero sugirió la antigua Diputación como sede. Ese edificio, adaptándolo, sería genial para mostrar la obra de los artistas zamoranos más consagrados y de las nuevas generaciones. La ciudad mantiene una deuda de gratitud inmensa con ellos".
Ángel, por su parte, ya ha aportado su pequeño-gran granito de arena a la difusión de los jóvenes valores del arte y de aquella gloriosa generación surgida de la Escuela de San Ildefonso. Ahora, el reto es claro: a por otros veinte. Que no son nada.