El Parlamento de Francia acaba de proteger legalmente el olor del abono y el canto de los gallos convirtiéndolos en "patrimonio sensorial" del campo.
Según el secretario de Estado de "Ruralité", la medida servirá para preservar la vida en el campo y la ruralidad francesa, hoy en peligro a causa del posmodernismo.
Esta ley nació de las quejas y denuncias que emitía el turismo rural hacia los inconvenientes (ruidos y olores) que se producen en el campo de forma inevitable y pretende dotar de herramientas legales al mundo rural para su propia defensa, según publica LeFigaro.
La Proposición no de ley, que introduce en el derecho francés la noción del "patrimonio sensorial", fue aprobada ayer en el Senado.