Con motivo de la próxima celebración del 8-M, el Ayuntamiento de Granja de Moreruela pone en marcha una campaña contra la violencia de género con el reparto de mascarillas y paraguas adornados con el logo del monasterio cisterciense y un código QR que permite escuchar un cuento narrado que rompe estereotipos y trata de concienciar sobre los malos tratos a través de las historias de dos niñas: Purita y Martina.
La campaña se ha sufragado con la partida que el Ministerio de Igualdad destina anualmente a todos los municipios para luchar contra la violencia de género, según explica el alcalde Juan Carro. Este año, la localidad terracampina ha recibido algo más de 1.000 euros, un montante que el regidor municipal ha invertido en "hacer algo diferente", según sus propias palabras, para acabar con una lacra que se salda con el asesinato de 1.079 mujeres desde 2003.
Los paraguas que se repartirán entre los empadronados en el pueblo llevan el lema "Granja de Moreruela contra la violencia de género", el logo del Monasterio de Santa María de Moreruela, elaborado por un vecino del municipio, residente en Bilbao, Andoni Gómez García, y un código QR a través del cual se puede escuchar un cuento narrado por una benaventana, Ana María Rodríguez González, y editado en los estudios de la Editorial Péndula.
"El punto rosa" narra la historia de Pura Casualidad, "Purita", y su amiga Martina, ambas con familias muy diferentes. Purita tiene una madre conductora de autobuses e inventora, y un padre respetuoso que colabora en la educación de su hija y en las tareas del hogar. En contraposición, Martina convive con un padre y un hermano maltratadores y crece en un ambiente en el que perviven los estereotipos de los cuentos de princesas y el papel tradicional de la mujer.
El objetivo es que el cuento "despierte conciencias", asegura Juan Carro, y sobre todo que no se normalicen comportamientos violentos dentro del ámbito familiar que no se identifican con violencia de género y que tienen graves consecuencias en el desarrollo y bienestar de los menores. Estos niños sufren síntomas depresivos, miedos, alteraciones del sueño, problemas de socialización y de integración en la escuela y asumen roles parentales de protección hacia sus hermanos menores o su madre.