Aunque las calabazas, calaveras y disfraces han conquistado los escaparates de Zamora, en las mesas sigue mandando la tradición. Ni las galletas de arañas ni los cupcakes de colores han podido con los buñuelos de viento, los huesos de santo o las castañas asadas, que mantienen su reinado cada 1 de noviembre en la provincia
Las calles de Zamora ya lucen telarañas, calaveras y murciélagos de plástico. Halloween se ha hecho un hueco en colegios, bares y tiendas. Pero hay un territorio donde la fiesta importada no logra imponerse: la gastronomía. Mientras los escaparates se tiñen de negro y naranja, los mostradores de las pastelerías siguen llenándose de buñuelos de viento y huesos de santo, los verdaderos protagonistas del Día de Todos los Santos.
En los pueblos ocurre lo mismo: las familias preparan estos dulces o los compran para compartir después de visitar el cementerio.
Buñuelos de viento: el clásico que nunca falla
Ligero, esponjoso y con rellenos que van de la crema pastelera al chocolate o la nata, el buñuelo de viento es el dulce estrella del 1 de noviembre. Su origen se remonta a los conventos del siglo XVIII, y desde entonces su receta apenas ha cambiado. En Zamora, los obradores elaboran cientos durante esta semana.
Más allá del sabor, los buñuelos conservan un simbolismo: el aire del interior representa el alma que asciende al cielo, de ahí que tradicionalmente se vincularan al recuerdo de los difuntos.
Huesos de santo
Con forma de canutillo y rellenos de yema confitada, los huesos de santo evocan la memoria de quienes ya no están. Su nombre y aspecto no dejan lugar a dudas, pero su dulzura los ha convertido en un pequeño lujo de estas fechas. Nacidos en los obradores madrileños y castellanos, son habituales en Zamora, donde muchas pastelerías los preparan de forma artesanal.
Castañas: el fuego que reúne
Mucho antes de que existieran los buñuelos o el mazapán, el fruto de Todos los Santos era la castaña. En pueblos de Aliste, Sanabria o Sayago aún se mantienen los magostos o calbotes, reuniones en torno al fuego para asar castañas y beber vino nuevo. Se trata compartir el calor y el sabor del otoño.
Otros dulces que se resisten a desaparecer
En otras partes de España también sobreviven postres de Todos los Santos como los panellets catalanes, los pestiños andaluces o la fogassa valenciana, elaborados con almendras, boniatos o miel. Todos ellos comparten el mismo propósito: endulzar una fecha que combina memoria y celebración.
Tradición frente a tendencia
Mientras Halloween propone galletas con forma de fantasma o cupcakes teñidos de colores imposibles, las pastelerías zamoranas prefieren mantener las bandejas de buñuelos.
Quizá por eso, cuando llega el 1 de noviembre, Zamora demuestra que hay modas que pasan y sabores que permanecen. Porque, al final, el dulce más moderno sigue siendo el que mejor sabe a casa.