La plaza de toros de Ledesma acogió este domingo 22 de junio una novillada con picadores que dejó momentos memorables, emoción y el eco del toreo con sabor clásico que tanto enraíza en tierras salmantinas. Bajo la batuta del empresario José Ignacio Cascón, la tarde reunió a tres jóvenes promesas: Sergio Pérez de Gregorio, Raquel Martín y Julio Norte, que salieron a hombros tras pasear orejas en una tarde donde brillaron la entrega, el pundonor y la nobleza de algunos novillos, especialmente los de la ganadería de Lorenzo Rodríguez de Espioja, ganadora del premio al novillo más bravo del festejo.
Sergio Pérez de Gregorio: dos orejas en conjunto
Abrió plaza un novillo de Ignacio López-Chaves para Sergio Pérez, que dejó detalles de buen gusto aunque falló con la espada. Una oreja tras un pinchazo fue su balance. En su segundo, volvió a mostrar determinación, sellando otra oreja tras nuevo pinchazo, esta vez con más seguridad con la muleta, mostrando progreso y firmeza.
Raquel Martín: valor, temple e indulto
La salmantina Raquel Martín firmó una tarde de entrega absoluta. Su primero fue un novillo exigente, que no bajaba la cara y que incluso llegó a derribar al picador en el tercio de varas. Raquel no se amilanó, construyó una faena valiente y firme, y tras pinchazo y aviso, cortó una oreja. Su segundo, de nombre Lolito, de la ganadería de Loren Espioja, embistió con clase desde el principio. La faena fue de menos a más, con pases templados, profundidad y cabeza. El público pidió el indulto, y el presidente sacó el pañuelo naranja. Raquel paseó los máximos trofeos y brindó ese segundo novillo al querido extorero local Domingo López-Chaves, en un gesto cargado de simbolismo.
Julio Norte: actitud y solvencia
Julio Norte supo adaptarse con inteligencia a las condiciones de su primer novillo, de Ramón Rodríguez de Espioja, que se venía abajo. Faena medida, por arriba, cuidando al astado, y estocada algo tendida pero efectiva. Una oreja merecida. En el sexto, de Casasola, que mostró clase y nobleza, Julio firmó una faena templada, sin alardes pero muy eficaz, y paseó otra oreja que le abrió la puerta grande junto a sus compañeros. Su primer novillo lo brindó al Capea, padre e hijo.