Este jueves, el Conservatorio Superior de Música de Castilla y León ofreció una destacada velada en el Teatro Ramos Carrión de Zamora con un lleno total. En esta ocasión, los asistentes pudieron disfrutar de la interpretación de dos obras significativas: Bohemios, zarzuela de Amadeo Vives con libreto de Guillermo Perrín y Miguel de Palacios, y Adiós a la bohemia, ópera chica de Pablo Sorozábal con libreto de Pío Baroja.
La zarzuela Bohemios, estrenada en 1904, está basada en Escenas de la vida bohemia de Henry Murger, una obra publicada entre 1844 y 1849. Aunque se asocia con La Bohème de Puccini, Bohemios ofrece un desarrollo argumental más reducido y, a diferencia de la famosa ópera italiana, presenta un final feliz. En esta obra, se narran las peripecias de Roberto, un compositor, y su amigo Víctor, un poeta libretista de ópera, quienes viven en la pobreza en un sotabanco de la ciudad. En su lucha por salir de la miseria, ambos colaboran en la creación de una ópera llamada Luzbel. La obra explora sus vidas llenas de sueños y frustraciones, entrelazando la música, el amor y las aspiraciones artísticas.
Por otro lado, Adiós a la bohemia, una ópera chica compuesta por Pablo Sorozábal en los años 30, lleva al público a un Madrid decadente alrededor de 1900. La obra presenta el contraste entre el sueño y el crudo realismo de un mundo en crisis, especialmente para las Artes. En este contexto, Ramón, un pintor fracasado, y Trini, una mujer que fue modelo y que acaba ejerciendo la prostitución, representan a unos bohemios atrapados en la desilusión. La pieza aborda la decadencia y la pérdida de ilusiones de una generación de artistas que no alcanzaron sus sueños.
Ambas obras, que fueron recibidas con entusiasmo por el público, ofrecen una profunda reflexión sobre la vida de los artistas y las realidades sociales que enfrentan. Bohemios captura el idealismo de los jóvenes soñadores, mientras que Adiós a la bohemia presenta una visión más sombría y realista de aquellos que no logran alcanzar sus metas en un mundo que les es indiferente.

