Suspende el experimento de pasar los exámenes de recuperación de septiembre a junio

El proyecto de cambiar los exámenes de recuperación de septiembre a junio en Secundaria y Bachiller no ha tenido éxito en la Comunidad de Madrid según podemos conocer por El Rincón del Vago Magazine. La propuesta comenzó como programa piloto el presente curso 2017-2018 y su ensayo estaba pensado para dos años. No obstante, ha sido paralizado sin siquiera esperar al siguiente, tal y como han confirmado fuentes de la Consejería de Educación e Investigación de la Comunidad de Madrid, dirigida por Rafael van Grieken Salvador.

El experimento se realizó en las comunidades autónomas de Madrid, La Rioja y Castilla y León. En ellas se adelantaron los exámenes de recuperación de los alumnos de Secundaria y Bachiller que tuviesen una o varias asignaturas suspendidas. Aunque en un principio el proyecto contaba con un gran abanico de apoyos, en estos momentos está a punto de finalizar con antelación al periodo de prueba establecido por la Consejería.

La razón por la que ha fracasado el experimento

La principal razón del fracaso ha sido el gran absentismo en las aulas entre aquellos alumnos con todas las asignaturas aprobadas, quienes, por tanto, no tenían necesidad alguna de presentarse a los exámenes de recuperación ni de asistir a las clases de refuerzo. Según cifras aportadas por la Consejería, el absentismo ha alcanzado cotas de hasta un 90% en Bachiller y de un 60% en Secundaria.

En la Comunidad de Madrid los exámenes finales de las distintas asignaturas se han realizado este curso 2017-2018 hasta el 8 de junio, lo que ha afectado negativamente a aquellos alumnos con todas las asignaturas aprobadas en la primera convocatoria. Se implantaron talleres y diferentes actividades para estos alumnos, mientras que aquellos que debían presentarse a los exámenes de recuperación acudían a clases de refuerzo. No obstante, consideraban que estos talleres eran prescindibles, por lo que optaron en su gran mayoría por no acudir a ellos.

El problema radica en que el calendario escolar establece que los alumnos deben acudir al centro escolar de forma obligatoria hasta el 22 de junio con el fin de respetar el mínimo de 175 días lectivos que establece la ley para las enseñanzas obligatorias.

En relación a los alumnos, justifican su ausencia de los talleres y las actividades con excusas tan habituales como "para lo que hacemos en clase mejor me quedo en casa" o "no necesito ir a clase porque ya he aprobado todo". Además, en muchos casos los centros no cuentan con los medios suficientes para desdoblar sus clases.

A todo ello hay que sumarle un problema añadido; si un determinado alumno ha sido incapaz de aprobar una asignatura en ocho meses, es prácticamente imposible que lo haga en apenas dos semanas. Así, existía el riesgo de que si estos alumnos suspenden los exámenes extraordinarios en junio tuviesen que repetir curso directamente.

Otras comunidades

Cataluña fue una de las comunidades que adoptó este sistema en el curso 2013-2014; advirtió de que las diferencias en aprobados no eran en absoluto significativas para los alumnos, señalando que la única ventaja era la de tener más tiempo para organizar la plantilla de profesores para el próximo curso.

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