El Zamora CF afronta este fin de semana el último partido de la temporada con una meta clara: clasificarse para la próxima edición de la Copa del Rey. Lo hace en casa, en el Ruta de la Plata, y con una premisa tan sencilla como exigente: solo la victoria asegura el pase.
El rival, la Gimnástica Segoviana, ya no se juega nada, pero no será un mero espectador. El equipo rojiblanco necesita firmar un triunfo que cierre el curso con una alegría y evite depender de terceros. Ganar significaría celebrar la clasificación con su gente, sin necesidad de mirar al resto de partidos.
Pero si el encuentro se tuerce y el marcador no pasa del empate, entonces el destino del Zamora CF quedará en manos ajenas. Solo podrá clasificarse si ni el Tarazona ni el Ourense consiguen ganar. Cualquier tropiezo de los rojiblancos abrirá un escenario incierto, en el que las cuentas pueden dejar fuera al equipo tras una temporada marcada por la irregularidad.
Más compleja aún sería una derrota. Si el conjunto rojiblanco pierde, las opciones de Copa se reducen al mínimo: el Tarazona tendría que caer y el Ourense, al menos, no sumar los tres puntos. Un equilibrio muy delicado que nadie quiere tener que calcular desde el césped.
