Como años anteriores, caracterizados por la intensidad de las lluvias durante el invierno, con el consecuente aumento del caudal; en este, el Duero también ha dejado su huella. Los efectos de las últimas crecidas se han hecho notar en los caminos ribereños.
La capa superficial de los caminos, que comparten en algún tramo peatones y ciclistas, ha desaparecido. Mostrando un firme irregular de cantos desnudos, sobre los que hay que pisar, transformando en autentica tortura el paseo.
La corriente ha afectado también a los márgenes erosionando las orillas hasta extremos. Observándose pronunciadas mellas, que amenazan continuar el proceso de derrumbe del terreno. Sin olvidar el evidente riesgo que supone para las personas, que dado el lamentable estado, pueden sufrir caídas.
UPL pide se proceda a reparar los daños encontrados, mediante el relleno de una capa de arena. Precisándose se haga con cierta diligencia, puesto que la llegada del buen tiempo, es inminente y ello fomenta el paseo por las zonas ribereñas.
