Un padrenuestro contra el coronavirus: así es la misa en tiempos de pandemia

photo_camera Iglesia de Morales del Vino | Imagen Zamora News

Para entrar a la casa del señor valía, hasta ahora, con ser limpio de espíritu y someterse a las directrices de la ley católica. En la entrada, las pilas con agua bendita invitaban a lavar nuestros pecados y aceptar el espíritu santo. Ya no es así. El agua bendita ha sido sustituida por lejía y tan importante como el espíritu santo se erige la distancia social. Así es la misa en tiempos de coronavirus, así ha sido la primera celebración dominical de la eucaristía tras más de dos meses en los que el reino de dios se vio obligado a cerrar sus puertas.

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Iglesia de Morales del Vino. A la puerta un felpudo de goma bañado en lejía sirve como primera barrera contra el COVID-19. Los feligreses se posan sobre ella y con denodado interés arrastran sus calzados sobre su superficie. Pasan entonces el quicio de la puerta, donde les espera una nueva medida de prevención: el desinfectante para manos. Algunos llevan guantes, pero no todos.

Ya en el interior, el párroco saluda a los fieles y les explica las nuevas normas: una persona por banco a excepción de que sean personas que convivan juntas, la paz se suprimirá y el cuerpo de Cristo será entregado en mano, será el clérigo el que se desplace para entregarlo y solos se podrá tomar la eucaristía una vez que el cura se haya desplazado. El cestillo para los donativos permanecerá en la entrada.

Esta es la “nueva normalidad” en las iglesias zamoranas (y españolas), donde la separación física “no impedirá la cercanía de espíritu”, tal y como se ha aclarado en la misa dominical celebrada esta mañana en Morales del Vino.

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