Un Belén en el corazón de Valorio

El bosque, escenario natural de un peculiar Nacimiento que desde hace tres años instala Tomás Pedrero Vidal, al que los zamoranos aportan figuras y adornos de forma espontánea.

El bosque de Valorio cuenta por tercer año consecutivo con un original Nacimiento instalado en la orilla izquierda del arroyo, sobre el musgo natural que los zamoranos cogían sin problema hace unos años para adornar sus Belenes. El hecho en sí no tendría mayor trascendencia si no fuese porque la iniciativa que puso en marcha el zamorano Tomás Pedrero Vidal casi de casualidad, ha logrado en dos años que centenares de zamoranos acudan al bosque para contemplar el Belén, al que aportan figuras y adornos que son colocados entre la vegetación del bosque.

Hace tres años Tomás Pedrero -vecino de San José Obrero y asiduo paseante de Valorio y de Los Pelambres, dos de los rincones más bonitos de la ciudad- paseaba por el bosque y se detuvo ante un árbol cubierto de musgo que le recordó "aquellos tiempos en que íbamos a por musgo a Valorio para poner en los nacimientos".

Por aquellos días el zamorano estaba limpiando y ordenando su casa y apareció un pequeño Belén que regalaba un periódico hace años. Tras meter las figuritas en una bolsa, dispuesto a tirarlas, se le ocurrió la idea de colocarlo en el bosque de una original forma, aprovechando el escenario natural que el paisaje le brindaba. Así, cada día ponía una figurita como si apareciesen en Valorio por arte de magia y lo iba subiendo a su muro de Facebook, donde centenares de amigos seguían la evolución del Nacimiento o se acercaban a verlo.

"El segundo año -explica Tomás- la gente empezó a llevar cosas y las fuimos incorporando e invitando a todo el que quisiera a hacer su aportación". De esta forma, el original Belén, totalmente anárquico, cuenta en estos momentos con cuatro Misterios -con sus cuatro 'Joseses' y 'Marías', sus cuatro Niños, sus cuatro bueyes y sus cuatro mulas-, un gran Niño Jesús ("lo llevó un amigo -recuerda Pedrero- y yo le decía que ocupaba todo, pero al final le hicimos sitio").

También la gente comenzó a llevar adornos navideños, bolas, espumillones, estrellas, un Papá Noel, caballos, un pequeño unicornio o incluso un dragón que quiso poner un niño, que este año han sido colocados en un árbol, puesto que la idea es dar cabida a todo lo que la gente añade al Belén.

"Bajamos casi todos los días -señala el autor de la idea- y la gente pasa, lo ve, lo cuida y lo respeta. El año pasado incluso hice unos letreros indicadores y vino bastante gente, pero quizá lo bonito sea que vayas andando cerca del arroyo y te lo encuentres. Quien quiera ir a poner figuras puede hacerlo, es de todos".

Acompañado por unos amigos del barrio y también paseantes del bosque, Tomás Pedrero dejó instalado hace dos días el peculiar Nacimiento, al que no le falta detalle, que no forma parte de la ruta oficial de los Belenes pero en apenas tres años se ha hecho un huequecito en la ciudad. Bien por el camino que deja atrás las casetas o por la antigua carretera, solo hay que acercarse al arroyo de Valorio y buscarlo en su orilla izquierda.

Allí, en el corazón del bosque, entre las hojas amarillas del otoño y la humedad de la tierra, también nace cada día el Niño Dios.

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