Un enamorado de la ciudad y de los callos, donde, como él mismo confiesa, ha dejado más de un reloj en la salsa, Leo Harlem ha vuelto a protagonizar una de sus anécdotas más divertidas en Zamora. Esta vez, el popular humorista no solo se deleitó con los famosos callos del bar Tupinamba, sino que también dejó su reloj como parte de su "ofrenda" culinaria, repitiendo la bendita profecía que ha hecho reír a muchos. (broma).
El Tupinamba, conocido como el templo de los callos en la provincia de Zamora, fue nuevamente testigo de la devoción de Leo Harlem por su gastronomía. En esta calurosa noche de julio, el humorista no dudó en hacer una parada en su bar favorito, disfrutando de la compañía de los zamoranos que también buscaban el "fresco" de los callos del Tupi.
Un reloj en la salsa y selfies al por mayor
La visita de Leo Harlem no pasó desapercibida para los asistentes. Con su característico buen humor, el humorista se prestó a hacerse selfies con todos aquellos que lo reconocieron y quisieron inmortalizar el momento. Entre bocado y bocado, y entre selfie y selfie, Leo volvió a protagonizar una de sus clásicas anécdotas: dejó su reloj en la salsa de los callos. Tal vez fue la emoción del momento, o quizás la irresistible tentación de mojar la barra de pan en la suculenta salsa, lo que hizo que el reloj terminara marinado junto con los callos.
Una tradición que perdura
Esta no es la primera vez que Leo Harlem deja su reloj en la salsa del Tupinamba, y seguramente no será la última. Su amor por los callos y su sentido del humor han creado una tradición única en Zamora, donde cada visita del humorista se convierte en una fiesta gastronómica y humorística.
Gracias, Leo
Desde Zamora, queremos agradecer a Leo Harlem por su constante apoyo y por seguir mojándose en nuestras salsas. Tu amor por nuestra gastronomía y tu capacidad para hacernos reír son siempre bienvenidos en nuestra ciudad. Esperamos que tu reloj reaparezca pronto, y si no, al menos sabemos que fue parte de una cena memorable.
Gracias, Leo, por ser un embajador de nuestra gastronomía y por no dejar de disfrutar de los pequeños placeres que ofrece nuestra querida Zamora. ¡Hasta la próxima visita y que sigan las risas y los callos!