La confluencia del ámbito más social y político con la labor intraeclesial confluyen en el reconocimiento de la Diócesis de Zamora a dos figuras clave como son José María Calvo y Maribel Escribano. La tercera edición de los Premios San Atilano han querido homenajear una carrera de entrega y servicio desinteresado tanto a la ciudadanía como al servicio a los fieles.
"Tenemos que aprender a dar las gracias a la gente, a las instituciones, a personas que están dedicando lo mejor de sí mismas a servir a los demás en los distintos ámbitos". El obispo de Zamora, monseñor Fernando Valera, presidía esta mañana la entrega de premios en el Seminario San Atilano en el marco de la festividad del patrono. Unos galardones que, asegura, confluyen en un camino de "alegría, humanidad, respeto y cariño" que son patentes en los dos premiados que han dedicado su vida al prójimo.
La cita ha congregado a una buena parte de la vida eclesial de la diócesis de Zamora junto a autoridades políticas, civiles y militares que han presenciado la emoción de José María Calvo al recoger la estatuilla del santo a sus 90 años.
Los gestos de agradecimiento han sido continuos por parte de este profesor jubilado y antiguo director de la Casa de la Iglesia que ha recibido el galardón como un reconocimiento "a todos los mayores que han estado en la Diócesis y habéis colaborado con vuestra ayuda". Las palabras de su hija han sido también un reconocimiento a Mercedes Cuadrado, a Manolo, Lucio, Rafael, Maribel, Carmina, Pepita de la Fuente y Esperanza San Juan, entre otros.

José María Calvo a sus 90 años se ruborizó cuando recibió la llamada de un vicario de nuestra diócesis para comunicarle que era él quien recogería este año el Premio San Atilano. El acto ha reconocido su visión "sencilla" y "humilde" a la hora de vivir en comunión con la Iglesia. Un compromiso que va más allá de sus años como director de la Casa de la Iglesia y colaborador en distintas realidades diocesanas y parroquiales y que se mantiene hoy en día a pesar de su avanzada edad.
El homenaje también ha querido recordar su paso como maestros por los diferentes centros educativos y concretamente en el Gonzalo de Berceo del que fue director durante varios años.

Por su parte, el premio social recae este año en la figura de Maribel Escribano, alcaldesa de Villamor de los Escuderos desde hace 32 años y también diputada provincial. Muy conocida por los zamoranos, su llegada por casualidad al mundo de la política le ha llevado a sostener el bastón de mando de su municipio durante más de tres décadas, labor que ha compaginado con su representación en calidad de diputada -donde permanecía durante 16 años- y procuradora en las Cortes de Castilla y León durante una legislatura.
"Y en todos estos espacios le ha obsesionado lo mismo: el bienestar de la gente mayor en la zona rural". Con la política social por bandera y el especial empeño en desarrollar la asistencia a domicilio para las personas mayores y la puesta en marcha de comedores sociales, Maribel ha apostado siempre por el futuro de las zonas rurales, un empeño que también ha llevado con fe y experiencia religiosa.
La vivencia de la fe y su experiencia religiosa la ha acompañado siempre, desde niña. Pero tal vez ha sido en este último año, tras el fallecimiento inesperado de su hermana, cuando su experiencia religiosa le ha servido para seguir adelante. Maribel cuenta varias anécdotas con sacerdotes que han pasado por su pueblo, pero guarda un grato recuerdo de Timoteo y César con quienes hoy mantiene una estrecha amistad.
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