El renacer de la esperanza: la Sierra de La Culebra continúa recuperándose de la profunda herida, un año después

El fiel deseo de los niños de la zona plasmado en una obra de arte refleja una mirada de futuro y una proyección de recuperación de una zona que aún continúa recomponiéndose tras el devastador paso del fuego

Cuarenta niños de entre 2 y 12 años participaron en esta actividad impulsada por la pintora Eva María Lobato de Rionegro del Puente

El árbol de la esperanza, una de las actividades realizadas durante el festival solidario de Villanueva de Valrojo
photo_camera El árbol de la esperanza, una de las actividades realizadas durante el festival solidario de Villanueva de Valrojo

Villanueva de Valrojo, 3 de junio de 2024. El corazón de la Sierra de la Culebra continúa doliendo casi un año después. Sus vecinos tratan de depositar la esperanza en cada brizna de hierba, en casa signo de nueva vida que surgen en el corazón de lo que el tal día como hoy hace un año se convirtió en pasto de las llamas.

El dolor y el miedo continúan presentes en el corazón de buena parte de los vecinos, aún con un temor más que entendible al hablar del incendio más devastador de la historia de Castilla y León y el peor a nivel nacional del último siglo. Horas y jornadas de auténtica pesadilla que dejaron a su paso más de 67.000 hectáreas afectadas a lo largo de 52 localidades de las comarcas de Aliste, La Carballeda, Tábara, Tierra de Alba y Benavente y Los Valles. Duelen los más de 80 millones que se estima en pérdidas económicas y los más de 300 negocios que desde entonces continúan en la lucha por mantenerse en pie pese a las dificultades, a los ganaderos y apicultores que tuvieron que desplazarse decenas de kilómetros ante la falta de alimento, como también duele la pérdida de miles de vidas de una diversidad medioambiental que apenas comienza a rebrotar. 

Un miedo que también se tradujo en pérdidas de vidas humanas. Duelen Daniel Gullón, Victoriano Antón, Eugenio Ratón y Ángel Martín en un recuerdo que conforma la cara más trágica de estos incendios en los que, durante más de mes y medio se emplearon cientos de medios y profesionales a fondo con la ayuda inestimable de los vecinos de la zona. Ahora, un año después, la imagen es la de la esperanza, el deseo de recuperación reflejado a través de la sociedad y, en particular, de las nuevas generaciones. 

Mientras miles de troncos permanecen ya talados a la espera de ser recogidos como restos de madera quemada para su venta, uno de ellos volvió a la vida en Villanueva de Valrojo en el seno del festival solidario organizado por 'La Culebra no se calla'. Entre una amalgama de puestos, música y exposiciones, entre actividades y talleres se erigió un auténtico monumento a la esperanza compuesto por unos 40 niños de entre dos y 12 años que depositaron entre témperas y acuarelas sus deseos de futuro. 

Una obra de arte que nació en la mente de la pintora Eva María Lobato, afincada en Rionegro del Puente y para la que contó con la ayuda de su amiga Silvia Iglesias, monitora de animación y la de Virginia de la organización de “La Culebra no se calla”. 

El árbol de la esperanza, una de las actividades realizadas durante el festival solidario de Villanueva de Valrojo
El árbol de la esperanza, una de las actividades realizadas durante el festival solidario de Villanueva de Valrojo

"Con el árbol de la Sierra Renace queríamos plasmar la idea de colectividad en la que los más pequeños han sido los grandes protagonistas, han dejado su huella llenando el árbol de hojas de colores cada cual más creativa, que representa la esperanza de los más pequeños en volver a ver nuestro entorno lleno de vida porque por desgracia son ellos los que no van a poder guardar en su memoria el esplendor de la Sierra tal y como la hemos conocido nosotros".

A partir del tronco trazado sobre un lienzo de gran formato en blanco (146x114) donado por la pintora, decenas de hojas, corazones y búhos han "brotado" dando una nueva vida. El verde ha vuelto al entorno a base de pinceladas y golpes de pintura, de trazos que han dibujado los aullidos de un lobo que en su día huyó para volver al entorno que le vio nacer. Como a muchos de estos niños, La Culebra les define con y sin fuego, quizá ahora más que nunca. 

Pequeñas manos creativas que vienen a poner el compromiso que en muchas ocasiones faltó, al igual que la firmeza en defender un entorno que comienza a recuperar muy poco a poco la vida. "Es la viva imagen de lo que ellos esperan heredar y recuperar y nuestro deber como sociedad conseguirlo y dejárselo de herencia". 

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