Desde que hace 7 años el antiguo Centro Médico de Zamora se reformara para acoger oficinas municipales, las malas condiciones del edificio han sido un quebradero de cabeza para los trabajadores y para el propio Ayuntamiento de Zamora. A los malos olores y las humedades, que provocaron en su día el derrumbe de parte del techo en la plana baja, se unen ahora las restricciones impuestas por la COVID-19 que obliga a atender a los usuarios por una ventana que permanece abierta 7 horas al día.
Los funcionarios de la planta baja del edificio, que alberga los servicios del Registro, Padrón Municipal, Consumo, Participación Ciudadana y Sanidad, acuden a trabajar con abrigo y ropa de invierno debido al frío que entra por las ventanas, que deben estar abiertas durante la jornada de trabajo para atender al público. No hay posibilidad de cerrarla porque el cristal está cubierto con una especie de vinilo transparente como medida de prevención ante el coronavirus.
Ni siquiera los calectadores que han comprado los mismos trabajadores mitigan las bajas temperaturas que deben soportar sentados durante su jornada laboral dentro de las oficinas.
Los funcionarios también lamentan las condiciones en las que se atiende a los usuarios, la mayoría de edad avanzada, que esperan colas en la calle Santa Ana, apostados en una acera estrecha con el peligro de ser atropellados por los vehículos que giran hacia la vía procedentes de la Ronda de la Feria.
Los trabajadores reiteran que gran parte de los usuarios que acuden a la calle Santa Ana son personas mayores que solicitan distintas ayudas sociales o el bono social de la luz, lo que conlleva unos trámites que les obliga a permanecer varios minutos en la calle sin posibilidad de sentarse ni apoyar el bastón con el que muchos se manejan. Y aseguran que no es la primera vez que a algún anciano se le caen el DNI o las monedas al abrir la cartera y al agacharse queda a merced de los turismos que circulan por la zona.
La llegada del invierno solo puede empeorar las condiciones laborales de unos funcionarios que han puesto en conocimiento del Departamento de Riesgos Laborales todas sus quejas, sin que hasta el momento haya cambiado nada.
La situación del edificio, al que en su día se le hizo poco más que un "lavado de cara", acumula quejas de trabajadores y usuarios casi desde el mismo momento en el que se abrieron las oficinas de los servicios municipales hace ya 7 años.