Zamora se viste de negro para acompañar a la madre en su Soledad

La sencillez de su luto llena el paso de la Dama y Señora de la ciudad en la tarde en la que Zamora llora con lágrimas de Soledad. La belleza de un rostro puro, de serena tristeza y tímido gesto, esconde tras el velo el dolor inconsolable de una Madre que emprende sola el camino de vuelta tras entregar al Hijo.

Virgen de la Soledad, Dama, Señora y madre de todos los zamoranos, belleza inusitada en cinco lágrimas y templanza. Cada Sábado Santo Zamora se levanta tarde tras los días grandes de la Pasión que espira entre los dedos entrelazados de la Soledad. Procesión íntima en las aceras y multitudinaria en las filas de unas damas que abrrotan el corazón de la ciudad. Pocas cosas unen a la ciudad como lo hace su Soledad.

Aunque ya desfiló en la madrugada ayer, los zamoranos le rezan así, arropando su paso de duelo solidario por las calles de la ciudad. La puerta románica de San Juan se abre solo para ella, apoderándose de sus sigleos petreos, una estampa de Pasión en los umbrales de la Pascua.

En la Plaza Mayor, al caer la noche, las damas cantarán la Salve, despidiendo a la Señora de Zamora entre miles de tulipas encendidas levantadas al paso de una devoción que por si sola es Zamora, mientras la Soledad camina, sin estridencias, porque lleva el aliento de la ciudad.

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