La noche del Miércoles Santo en Zamora se viste de solemnidad y devoción con la histórica procesión de la Hermandad del Silencio. Este año, en un 2025 de conmemoración, más de 2.000 hermanos y hermanas se congregaron en la Plaza de la Catedral a las 20:30 horas, como cada año, para dar inicio a uno de los actos más significativos de la Semana Santa zamorana: la procesión del Santísimo Cristo de las Injurias.
La cita comienza con la tradicional ofrenda de silencio y el juramento colectivo, un acto cargado de simbolismo que da paso a una de las manifestaciones de fe más solemnes de la ciudad. Este año, el Obispo de Zamora, Monseñor Valera, ha sido quien dirijió la plegaria, en un momento muy especial al coincidir con el centenario de la hermandad, que se fundó en 1925.
Como es habitual, el protocolo para el buen desarrollo de la procesión está perfectamente planificado. Si bien el tiempo es un factor incierto, el año pasado la lluvia impidió la salida, y este año, con previsión de inclemencias meteorológicas, se ha establecido un plan alternativo. En caso de lluvia en el momento de la salida, la procesión se suspendería por la seguridad de los hermanos. Si no llueve, pero se prevé que pueda hacerlo, se optará por un recorrido más corto, reduciendo el trayecto y regresando a la Catedral si es necesario, sin perder el carácter solemne que caracteriza a esta cofradía.
La túnica blanca de estameña y el caperuz rojo de terciopelo, símbolos inconfundibles de la Cofradía del Silencio, son el distintivo de los hermanos, acompañados de un cíngulo blanco, decenario y guantes blancos. Este conjunto austero y sobrio refleja los valores de humildad y recogimiento que siempre han estado presentes en la tradición de la hermandad.
Durante la procesión, cada hermano porta un hachón de madera con una vela, que simboliza la luz de Cristo guiando el camino en la oscuridad de la noche. El calzado negro y discreto completa el atuendo de los participantes, manteniendo la sobriedad y el respeto hacia lo sagrado.
El silencio es, sin lugar a dudas, el principal mensaje de la procesión. El respeto absoluto al silencio es fundamental, y los clarines de los heraldos marcan el avance de la procesión, recordando a los asistentes la importancia de este momento de recogimiento. El silencio no solo es ausencia de ruido, sino una manifestación de fe y oración que une a los zamoranos en una sola voz.
El recorrido de este Miércoles Santo atraviesa los puntos más emblemáticos del casco histórico de la ciudad, partiendo desde la Plaza de la Catedral y pasando por la Plaza de Antonio del Águila, Obispo Manso, Arias Gonzalo, la Rúa del Silencio, la Plaza de los Ciento, y otros lugares de gran importancia en la tradición de la ciudad. Finalmente, la procesión concluirá pasadas las 12 de la noche en la Plaza de la Catedral, donde la comunidad se unirá en un último silencio, con la imagen del Cristo de las Injurias regresando a su templo.
Este año, el centenario de la Hermandad del Silencio dota de una emotividad especial a la procesión, que se convierte en un acto de memoria viva, uniendo a la ciudad en un solo latido de respeto, oración y fervor. Con la procesión, los zamoranos renuevan cada año su compromiso con la tradición y con la fe, en una noche en la que el silencio se convierte en la expresión más profunda de devoción y cultura.